Tras un desgraciado accidente, una familia decide retirarse temporalmente a una casa heredada en la villa de Norlen. En ella descubrirán un mundo diferente al que conocemos y se verán atrapados en peligrosas aventuras cuyo desenlace dependerá, en buena medida, del uso que hagan del amuleto que los ancestros han confiado en Emily, y de la ayuda que les presten las criaturas que un día estuvieron al servicio de su bisabuelo Silas Charnon. En la lectura de este primer volumen resuenan los ecos de títulos tan variopintos, e influyentes en varias generaciones, como El viaje de Chihiro o El Señor de los Anillos. Y no es casualidad. El autor ha sondeado en distintos elementos icónicos de estas obras referenciales para construir una aventura gráfica excepcional, cargada de misterio e imaginación desbordante, en la que se advierte el uso del ordenador como herramienta básica para la construcción de escenarios. Las peripecias de Emily y Navin solo acaban de comenzar en lo que promete ser una aventura épica llena de emociones y sorpresas.
Tras un desgraciado accidente, una familia decide retirarse temporalmente a una casa heredada en la villa de Norlen. En ella descubrirán un mundo diferente al que conocemos y se verán atrapados en peligrosas aventuras cuyo desenlace dependerá, en buena medida, del uso que hagan del amuleto que los ancestros han confiado en Emily, y de la ayuda que les presten las criaturas que un día estuvieron al servicio de su bisabuelo Silas Charnon. En la lectura de este primer volumen resuenan los ecos de títulos tan variopintos, e influyentes en varias... Seguir leyendo
Amulet. Libro primero. El portador de la piedra
–Teníamos que recoger a Navin a las ocho. Llegamos tarde.
–No te preocupes, todavía falta media hora.
–Quince minutos no son media hora.
–Papá vive en otra dimensión.
–El tiempo va más despacio allí.
–Eso explicaría muchas cosas.
–A Navin no le importará jugar otra partida a los videojuegos, cariño.
–Papi, ¿podré jugar yo una cuando lleguemos?
–Ajá.
–Siéntate bien, Emily.
–Vale, genial.
–Es muy tarde, David. Volveremos a casa pasadas las once.