Contar puede ser un ejercicio aburrido y monótono. O muy divertido, sobre todo si lo convertimos en un cuento en el que los protagonistas de historias conocidas por todos aparecen en el sótano de nuestra casa. Este es el caso de Ana, una niña que se aburre cuando la dejan sola en casa una tarde de lluvia. Cuando su gato la conduce al sótano empieza a contar a los protagonistas de sus cuentos favoritos: un zapatito de cristal, dos niños perdidos, etc.. Así hasta las doce, hora de irse a la cama, no sin antes perder uno de sus zapatos.
Contar puede ser un ejercicio aburrido y monótono. O muy divertido, sobre todo si lo convertimos en un cuento en el que los protagonistas de historias conocidas por todos aparecen en el sótano de nuestra casa. Este es el caso de Ana, una niña que se aburre cuando la dejan sola en casa una tarde de lluvia. Cuando su gato la conduce al sótano empieza a contar a los protagonistas de sus cuentos favoritos: un zapatito de cristal, dos niños perdidos, etc.. Así hasta las doce, hora de irse a la cama, no sin antes perder uno de sus zapatos.
Un día de lluvia
Era casi de noche y había una tormenta.
Ana estaba triste por no ir al baile.
–Aún eres muy pequeña, le había dicho su madre.
–Ni siquiera has aprendido a leer, habían agregado sus dos hermanas mayores, riéndose de ella.