La vida con Mr. Dangerous
Llamadas telefónicas a larga distancia.
—Disculpe...
—Ah... espera, me corro.
—Sí, gracias... lo siento.
—Gracias!
—¡Que lo pase bien!
—Lo siento, es que el bus fue horrible a la vuelta. Tenía la piel pegajosa y estaba sudando, a pesar de que al final hacía un frío que pelaba (y, naturalmente, olvidé llevarme el abrigo). No sé si son ataques de pánico realmente, pero sentía el corazón a punto de explotar y cuanto más intentaba calmarme, peor.