Algunos días sería mejor no levantarse de la camita, con lo a gusto que se está y la de inconvenientes que tiene poner un pie en el suelo... Algo así debió de pensar el señor Pug, un can con malas pulgas, cuando, entre bostezo y bostezo, se dio cuenta de que no podía realizar sus pequeños hábitos, esos que le ayudan a afrontar un nuevo día con más ganas. Como (casi) siempre hay una solución para un problema, por arte de magia hizo acto de presencia un hada dispuesta a ofrecerle toda clase de regalos y lujos... aunque ya se sabe que, en ocasiones, el mejor regalo es disfrutar de los pequeños placeres cotidianos. Interesante fábula que se vale de la humanización del animal protagonista para mostrar un escenario en el que niños y mayores podemos reconocernos, y que, como toda fábula, guarda una moraleja: el valor de las pequeñas cosas que nos procuran una cierta felicidad frente al rutilante brillo de otros lujos más aparentes.
Algunos días sería mejor no levantarse de la camita, con lo a gusto que se está y la de inconvenientes que tiene poner un pie en el suelo... Algo así debió de pensar el señor Pug, un can con malas pulgas, cuando, entre bostezo y bostezo, se dio cuenta de que no podía realizar sus pequeños hábitos, esos que le ayudan a afrontar un nuevo día con más ganas. Como (casi) siempre hay una solución para un problema, por arte de magia hizo acto de presencia un hada dispuesta a ofrecerle toda clase de regalos y... Seguir leyendo
3 deseos para el señor Pug
Cuando el señor Pug abrió los ojos esa mañana, era tan tarde que se preguntó si valdría la pena dejar la cama. Para colmo, no tenía leche... ni cereal... ni tampoco café...