A partir de una leve hojarasca, las virutas de los lápices de colores perfilan un bosque que, poco a poco, va ganando en espesura y vivacidad. Pero, en un determinado momento, un torrente de variadas aves que huyen despavoridas ante la tala masiva de esos árboles que dieron vida a la floresta, advierte del peligro en el que estamos sumidos. La fábrica transforma aquellos maderos en pinturas que una niña utiliza para crear sus particulares ecosistemas. Primero en un lienzo, más tarde en la propia realidad, transformando la grisura en esperanzador horizonte, sin duda a la espera de que muchos otros imiten sus pasos en el futuro más cercano. Solo así, sembrando esa semilla, podemos aspirar a que todos esos animales, placeres y buenaventuras permanezcan de nuestro lado. Un elegante álbum cíclico, sin palabras y, sin embargo, profuso en emotividad y reivindicaciones. Inteligente y necesario.
A partir de una leve hojarasca, las virutas de los lápices de colores perfilan un bosque que, poco a poco, va ganando en espesura y vivacidad. Pero, en un determinado momento, un torrente de variadas aves que huyen despavoridas ante la tala masiva de esos árboles que dieron vida a la floresta, advierte del peligro en el que estamos sumidos. La fábrica transforma aquellos maderos en pinturas que una niña utiliza para crear sus particulares ecosistemas. Primero en un lienzo,... Seguir leyendo