La leyenda del samurai y la mariposa azul
El escritor y psicólogo sevillano Pedro Caldas se ha alzado con el Premio El Barco de Vapor en 2024 con una bella aventura construida bajo cánones clásicos, que describe el misterioso deambular de una niña y un samurái. La pequeña, con el descaro y la sinceridad propias de su edad, avanza en su deseo de llegar a tiempo a la residencia del Emperador, a la misma velocidad que el lector, seguramente, disipa sus dudas sobre la extraña relación que une a ambos personajes. El planteamiento inicial es tan original como pleno de incertidumbres, pero el encuentro de dos personalidades tan diferentes, mundos antagónicos obligados a convivir, genera una historia maravillosa. Como bien apuntó el jurado encargado de fallar este emblemático trofeo en 2024, "la obra es un soplo de aire fresco en la literatura infantil actual", ya que a veces peca de repetir ciertos escenarios o relaciones entre personajes, algo que Caldas elude con una mise en place poética y cautivadora. La misión de transportar una mariposa antes de que se cumpla la maldición de una yamamba es una carrera contra el tiempo, dada la efímera existencia que el coleóptero puede tener alejada de los fuegos del volcán sagrado. ¿Conseguirán llegar su objetivo? Monstruos, secretos, escenarios hipnóticos... la narrativa del autor andaluz ilumina cada pasaje, transportándonos a un universo sugerente ambientado en el Japón ancestral.
El escritor y psicólogo sevillano Pedro Caldas se ha alzado con el Premio El Barco de Vapor en 2024 con una bella aventura construida bajo cánones clásicos, que describe el misterioso deambular de una niña y un samurái. La pequeña, con el descaro y la sinceridad propias de su edad, avanza en su deseo de llegar a tiempo a la residencia del Emperador, a la misma velocidad que el lector, seguramente, disipa sus dudas sobre la extraña relación que une a ambos personajes. El planteamiento... Seguir leyendo
La leyenda del samurai y la mariposa azul
1. El ojo que mata la oscuridad El samurái mantenía las manos cerca de su pecho, una sobre otra, formando con ellas un espacio interior más seguro que el mismísimo aposento del Emperador. Caminaba de esta forma a través del bosque como si ejerciera un saludo ceremonial, y yo lo seguía en silencio porque no había nada que decir y así se escuchaba mejor la voz del mundo.
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