Humor y una lógica aplastante se dan la mano en esta historia sobre el deseo de tener una mascota en casa. La justificación del padre para no aceptar un perro en casa («los perros ladran y necesitan muchos cuidados») da pie a que la protagonista de la historia argumente la posibilidad de tener en sustitución, un caballo, un elefante o, mejor, una ballena, justificando la elección con unos argumentos increíbles.
Humor y una lógica aplastante se dan la mano en esta historia sobre el deseo de tener una mascota en casa. La justificación del padre para no aceptar un perro en casa («los perros ladran y necesitan muchos cuidados») da pie a que la protagonista de la historia argumente la posibilidad de tener en sustitución, un caballo, un elefante o, mejor, una ballena, justificando la elección con unos argumentos increíbles.
Amelia quiere un perro
Amelia entró en la sala. Su padre estaba sentado en su silla favorita leyendo el periódico.
–Papá –dijo ella–, estaba pensando...
El padre suspiró. «Cuando Amelia piensa, significa que casi siempre habrá problemas», se dijo. Amelia continuó:
–Papá, ¿podemos tener un perro? Podríamos sacarle a pasear por el parque y también podría dormir en mi cuarto y no dejaría que los monstruos se acercasen a mi cama.