Una de las actividades que formaban parte de la programación del Foro Edita Barcelona, celebrado la pasada semana, unía en una misma mesa a Daniel Fernández, presidente de la Federación de Gremios de Editores de España; y a Richard Charkin, máximo dirigente de la Asociación Internacional de Editores, conocido en el ámbito de la Literatura Infantil y Juvenil por ser el artífice de la publicación de las aventuras de Harry Potter.

A lo largo de la conversación, se hizó hincapié en el concepto difuso que los niños y jóvenes tienen de la profesión de editor en la actualidad, señalando que los lectores saben a qué se dedica el escritor, el ilustrador, el diseñador de la portada… También la función del librero, aunque este perfil de lector no acuda mayoritariamente a estos establecimientos. Sin embargo existe un gran desconocimiento alrededor de las funciones que desempeña el editor.

La respuesta del Charkin al respecto fue sencilla: el editor debe dedicarse a “publicar”. Pero para ello ha de partirse de una premisa que en muchos países no se cumple. En el mercado anglosajón se persigue a los ladrones de contenidos que ofrecen el material final en la web, de tal manera que el único camino para acceder a la lectura sea el libro o su versión digital original, algo que da sentido a la delicada y casi artesanal tarea del editor.

Su ejemplo profesional puede servir para entender que a veces el camino más complicado es el correcto. En los años noventa, con los primeros atisbos de la revolución digital, pocos apostaban por un libro en formato tradicional protagonizado por un mago y sus amigos, sin embargo la realidad y un excelente trabajo editorial vencieron al marketing, y las novelas fueron compradas de forma masiva por los niños y jóvenes lectores (y sus padres).

Cálamo y Cran, una empresa de formación y servicios editoriales, pionera en los servicios de corrección de textos, ya señalaba hace unos años desde su blog oficial, en clave de humor, algunos apuntes sobre la labor del editor en el campo de la Literatura Infantil y Juvenil.

A partir de una serie de defectos que un lector de cuatro años había detectado en un texto, Jimena Licitra, directora del departamento de Servicios Lingüisticos, reivindicaba la gran importancia que tiene el papel del editor en la LIJ.

"Entre los 2 y los 6 años, los niños repiten y copian todo lo que ven u oyen; un libro, además, para ellos es una verdad absoluta. No puede tener errores y deben cuidarse absolutamente todos los detalles. Una labor que es patrimonio exclusivo del editor."

Antes de que sea demasiado tarde los mediadores debemos mostrar a los chicos y chicas las partes de las que se compone la labor de esta figura. Las próximas generaciones de lectores deben saber que el editor sigue siendo la persona que coordina todo el proyecto editorial, desde su origen hasta su publicación, sea en el formato que sea, en papel o electrónico.
Si el editor ha controlado todo el proceso normalmente, en el producto final no habrá errores. Lo ideal es que esta figura, como señala Licitra, “sea invisible, pues significa que ha hecho bien su trabajo”. Así de sencilla e importante es su labor, a veces no lo suficientemente explicada a las nuevas generaciones de lectores.

[Imagen: Kommfit]