Buscar por    
Edad
  
País
  
  Género
  
Soporte
   
Temas
Estás en : Home  /  Buenas prácticas  /   Canciones que son literatura (o quince ideas para dinamizar una exposición con jóvenes y fabricar un buen recuerdo)

Canciones que son literatura (o quince ideas para dinamizar una exposición con jóvenes y fabricar un buen recuerdo)

“There´s more to life than books, you know, but not much more”

Handsome Devil (The Smiths) (Sí, la madre de Morrisey era bibliotecaria)

Nick Hornby sugería, en su popular novela 31 canciones (Anagrama, 2009), que lo mejor de los buenos temas es que apelan al alma, no a la cabeza. La música quizá sea el arte más imparcial y ciego que exista. Una canción puede resultarnos fundamental y evocadora simplemente porque lo asociamos a una intensa etapa de nuestra vida. Muchos grupos han acuñado melodías que ya forman parte de nuestro sistema circulatorio y a las que, en algún momento, regresamos.

Los profesionales que trabajan cerca de los lectores adolescentes encuentran nuevos retos a diario. Uno de los más excitantes es convertir en atractivas las visitas a centros culturales o a exposiciones a las que acuden obligados desde su centro escolar, y vincular sus contenidos con literatura por la que puedan sentir interés.

Indudablemente, a veces se programan y exhiben recorridos que son fascinantes por sí mismos en cada ciudad. Los profesores conocen mejor que nadie a los chicos y chicas y les proponen excursiones a sitios que, con una sencilla explicación, pueden convertirse en apasionantes reclamos para despertar su curiosidad.

Por ejemplo, las propuestas relacionadas con la música, el cine o la fotografía suelen tener, generalmente, gran acogida. Como en literatura, cuando hay una buena historia detrás siempre termina por enganchar a la audiencia.

Durante el presente curso escolar ha finalizado la exposición El poder de las canciones. Una muestra comisariada por Santiago Carrillo, director de una de las pocas revistas musicales supervivientes en papel, Rockdelux, y organizada por Casa del Lector - Fundación Germán Sánchez Ruipérez en Matadero Madrid.

Desde el comienzo, los primeros grupos que participaron en la dinamización realizada con alumnos de distintos colegios, institutos y entidades de Madrid, Cuenca y Burgos, confirmaron el poder ilimitado que sigue manteniendo la música como vía de comunicación entre seres de distintas generaciones.  Las grandes canciones envejecen siempre bien y continúan teniendo interés para todas las edades, desde los lectores que se fijaron en aquellas bandas que en los ochenta portaban el cassette a hombros, hasta los consumidores actuales de Spotify.

Echemos la mirada atrás. Durante la adolescencia la música asciende de status. Pasa a ser una pieza angular en diferentes aspectos vitales: en el desarrollo de la personalidad y las relaciones sociales, en los sentimientos y recuerdos hacia personas y lugares… Los jóvenes, en general, siempre necesitan ver sus sentimientos y reflexiones amplificadas en la voz de algún cantante sea del género que sea. Aprovechar ese poderoso binomio siempre trae buenos frutos.

Podemos pensar que las actuales generaciones, perdidas en otros ritmos, no emplean mucho tiempo en los discos. Las posibilidades infinitas de las redes sociales han convertido la escucha en una especie de zapping, lo que complica la recepción del mensaje, ya que la música es un lenguaje eminentemente reflexivo.

Exposiciones como la citada recuperan el gusto por la curiosidad, algo que nunca debería perderse, mostrando las diferentes aristas de la música en la segunda mitad del siglo XX.

Pero tanto para esta muestra como para cualquiera en la que tengamos como asistentes a grupos de adolescentes, hay una serie de pautas recomendadas para garantizar un mínimo de interés durante una visita orientada a este sector de edad:

Ponle humor

Las bromas, sin perder el rigor, contribuyen a relajar tensiones, a hacerles sentir a gusto. Pronto comprenderán que esa no es una actividad escolar más, que nos alejamos del habitual estilo didáctico del aula y que ellos van a participar en cualquier momento a través de pequeñas intervenciones, siempre desde un punto de vista lúdico.

Grupos, no excursiones multitudinarias

Es fundamental que acotes los grupos a no más de veinticinco componentes. En ocasiones los profesores o las asociaciones te sorprenden con visitas en donde incluyen a todos sus miembros. El paseo se convierte entonces en una concentración, nadie escucha nada, nadie ve nada, ni tú mismo llegas a entender qué quieres decir. En estos casos es mejor realizar varias sesiones.

No olvides mostrar de dónde venimos

Un poco de historia y evolución del tema sobre el que trata lo que quieres enseñarles les ayudará a centrarse. La explicación debe ser sintética y muy visual. Si hablamos de música mostremos el disco de pizarra, el vinilo, el cassette, el formato single, la irrupción de Youtube… Todo lo que ha pasado hasta hoy y en qué contexto nació cada cosa.

Déjales claro que no eres un dinosaurio (aunque lo seas)

Puedes considerarte jovencito pero para ellos no lo eres. Demuéstrales que controlas sobre el tema, infórmate al máximo sobre la actualidad en torno a lo que vas a hablar. Hazte usuario de lo último. Si mientes o simulas te pillaran. No lo olvides.

Dinámicas, no exámenes

Debemos pensar muy bien el diseño de la actividad. Establecer dinámicas que les permitan estar atentos todo el rato pero que no les hagan sentir que estamos evaluándoles continuamente.

No te cortes, participa

Actividades colaborativas, en donde tú también tomes parte activa aunque seas el coordinador. Siempre en grupos, a ser posible, mixtos.

Sed breves

De las veces que hemos acudido a una visita guiada o a un museo y hemos estado al otro lado ¿Alguien se acuerda de aquel profesional tan aburrido que nos contó la vida y obra de un determinado personaje u objeto con todo lujo de detalles y voz monocorde? ¿O recordáis mejor aquel paseo tan divertido donde descubrimos cosas que no sabíamos de forma breve y sencilla? Es fundamental ser sintéticos y precisos.

Algo virtual que sirva como nexo

… Y donde ellos sean parte activa. En el caso de esta última exposición fue de mucha utilidad el diseño de una web en donde los visitantes se entremezclaban con los contenidos de la muestra. Las entradas hablaban por igual de las canciones escogidas como de los grupos de chicos y chicas que pasaron por ellas

Sonrían, por favor

Es muy importante realizar una fotografía que sirva como recordatorio al final del recorrido. Pensad en las fotos que de repente un día encontráis sobre vuestra época escolar. Pueden alegrar, un día, cualquier cena cuarentona. También es importante que esta sea acorde a los contenidos a la exposición (si se acude a una muestra de imágenes del entorno rural, si es una exposición sobre estrellas del rock…)

No hay café para el profe

El docente debe tomar parte activa del recorrido. Atrás quedaron aquellos tiempos en los que las actividades extraescolares servían como pretexto a unos pocos (muy pocos) profesores para escapar al bar más cercano a tomar café mientras el dinamizador se hace cargo de un grupo del que no conoce sus resortes (bueno ahí te los dejo/son muy buenos/se portan muy bien/voy a aprovechar para tomar un café) La tertulia en el bar mejor todos juntos y al finalizar el recorrido. Es un momento de confraternización muy interesante en donde se rompen muchas barreras.

Anécdotas y rigor a partes iguales

Ni pecar por exceso ni por defecto. Rellenar las explicaciones de continuas bromas hará que se pierda el sentido de la visita. Ser excesivamente académicos aburrirá a las moscas. Alternar ambas formas de explicar las cosas, aunque suene a tópico, es lo correcto e ideal.

Si alguna historia les ha estremecido es que lo has conseguido

Si con alguna de las intrahistorias has notado que se les erizaban los pelos del brazo o que no podían apartar la mirada de tu explicación es que lo has conseguido.

Abierta a todo tipo de públicos sin adaptaciones (o con las mínimas posibles)

Debemos ser capaces de desarrollar un guión lo suficientemente consistente y rico como para no tener que realizar adaptaciones en función de que el público sea adulto, con alguna discapacidad o de diferentes grados dentro de la ESO.

Al final de todo, cada uno es diferente

Habla con ellos por grupos de forma informal cuando finalice la visita. Concédeles un pequeño tiempo para que deambulen por las diferentes salas a su aire y puedan detenerse en aquellas partes que más les han gustado o por las que más interés hemos sido capaces de suscitar.

Nada permanece

Ten siempre presente que mañana tal vez se les haya olvidado. Todo el speech que acabas de soltar, todo sobre lo que habéis reído juntos, ese momento que ha parecido que conectabais de verdad… Al regresar al instituto las cosas suelen volver a la realidad, pocos recuerdos permanecen de una excursión fugaz, pero nada alegra más que encontrarte algún comentario (por ejemplo en ese blog que has propuesto como complemento a la actividad), o algún extraño email en donde un chico o una chica agradece lo que acaba de ver.

Existe un viejo libro ilustrado por Quentin Blake: Cuéntame un cuadro (RBA, 2009). Volver a él siempre aporta algo nuevo o ayuda a despertar ideas dormidas. Este recetario no es infalible pero puede ayudar a aventurarse en la divertida tarea de dotar de vida a una exposición y conseguir que, quien sabe, un grupo de esos chicos que la visitan regresen por su cuenta en su tiempo libre.

Kiko Amat, en su novela Mil Violines, lo decía “La gente, entre la que me incluyo, cambia, muere, envejece, se marcha y se vuelve idiota, pero las canciones no”, la mejor confirmación es el poder hipnótico que la selección de temas que componían la exposición citada ha ejercido en nuevas generaciones de preadolescentes y jóvenes que han inundado el espacio donde se exhibía todas las semanas durante varios meses.

[Texto: Lorenzo Soto, dinamizador de la exposición]

 
Envíanos tu comentario: