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Entrevista con Alberto Soler Soto, coordinador de los Premios Mandarache Hache

Alberto Soler Soto (Cartagena, España, 1980) es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Murcia y Máster en Juventud y Sociedad por la Fundación UNED. Desarrolla la labor de gestor cultural en programas relacionados con la lectura y los jóvenes en su localidad natal. 

Desde 2004 coordina los Premios Mandarache Hache en el Ayuntamiento de Cartagena, proyecto que recibió en 2014 el Premio Nacional al Fomento de la Lectura otorgado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Ese mismo año fue invitado por el Departamento de Estado de Estados Unidos a su programa de intercambio profesional International Visitors Leadership Program, enfocado en el campo de la participación juvenil y el liderazgo.

Ha pronunciado conferencias sobre educación lectora en numerosos espacios y contextos: Feria del Libro de Madrid, FòrumcomunitatXBM (Barcelona), Youth In Leadership Conference (Cracovia), Leer El Caribe (Colombia)…

También es autor del poemario Los tigres devoran poetas por amor (Balduque, 2014) y es creador en Twitter del bot dadaísta @todoesbienBot. 

¿Cómo y cuándo surge la idea del proyecto Mandarache?

El proyecto nace en el curso escolar 2004-2005 impulsado por el Ayuntamiento de Cartagena. Es una idea del que entonces era coordinador del servicio de Juventud, Patricio Hernández Pérez. Yo llevaba solamente seis meses trabajando allí cuando nos lanzamos al Mandarache.

Redactamos el proyecto y organizamos una reunión con unos pocos profesores y profesoras conocidos, técnicos de las bibliotecas municipales y la librera Ana Escarabajal, que amadrinó el proyecto en sus primeros años. Esa reunión -que sirvió para terminar de definir las líneas principales- fue el nacimiento del Grupo Promotor, la asamblea ciudadana que ahora mismo dirige el proyecto y que en la actualidad está compuesta por más de 60 miembros.

En aquel primer año organizamos una edición piloto y fue sorprendente el éxito de inscripciones: nosotros esperábamos cien o doscientos estudiantes inscritos y tuvimos más de setecientos participantes procedentes de seis institutos distintos. Entonces supimos que habíamos dado con algo grande.

¿Qué líneas principales componen este programa y cómo funciona?

En la actualidad Mandarache se concibe como un proyecto educativo que toma la forma de dos premios literarios, el Premio Mandarache y el Premio Hache, cuyo jurado -esta es la clave- está compuesto por miles de jóvenes entre 12 y 30 años organizados en comités de lectura.

Los chicos y chicas se inscriben durante el otoño y al hacerlo el ayuntamiento les facilita los libros de forma gratuita; posteriormente traemos a todos los autores finalistas a la ciudad para que presenten su obra en encuentros con cientos de lectores y finalmente los lectores votan en el mes de abril, a través de la web, los ganadores de ambos premios, que regresan en mayo a Cartagena a recoger sendos galardones.

El Hache y el Mandarache son las dos columnas principales del proyecto pero además contamos una red de clubes de lectura dirigida a los mayores de 30 años y un taller de creación literaria llamado Libreta Mandarache. Si me preguntas cómo funciona te diré que todo el proyecto pivota sobre la figura del mediador: profesores, bibliotecarios, animadores, técnicos municipales, libreros… Ellos son el motor que consigue hacer andar a este gigante y el Mandarache intenta en todo momento poner en valor su labor.

¿Cómo es el modelo de trabajo que se sigue con los jóvenes lectores?

Los profesores y profesoras, y los mediadores en general, tienen libertad absoluta para trabajar con sus estudiantes según sus propios criterios docentes. En mi opinión uno de los puntos fuertes del proyecto es que no es nada paternalista con los jóvenes.

Desde el principio tuvimos claro que queríamos trabajar la educación literaria pero intentando facilitar un proceso de madurez, es decir, formar a los jóvenes en lo que consideramos la mejor narrativa de nuestros días, no especialmente dirigida a un público juvenil. Hay lecturas que hacemos en la juventud que en cierto modo pueden constituir un rito de paso a la adultez intelectual. Ahí queremos estar.

Otra de las ideas fuerza del Mandarache en su relación con los jóvenes participantes es la de educar en hábitos lectores, no solo en el arte de leer sino también en las actividades que conlleva el ser lector. De ese modo los encuentros con los escritores finalistas son la principal actividad. Cada escritor se encuentra con alrededor de mil lectores cuando visita la ciudad y los chicos y chicas aprenden cómo funciona un encuentro con autor, qué preguntas son interesantes y cuáles no, y -lo más importante- generamos contextos donde es posible compartir la lectura y transformarla en algo colectivo.

Es con otros que aprendemos a leer y es posible que tras un encuentro con autor el lector salga con una idea distinta sobre el libro que leyó en soledad, pues ha tenido la oportunidad de confrontar sus ideas y sus conclusiones con otros lectores y con el propio escritor. Eso es crecer en la lectura, aprender a leer.

¿Qué procedimientos se siguen para la elección de los candidatos? ¿Quiénes han sido los escritores finalistas y ganadores en las últimas ediciones?

La selección de textos corre a cargo del órgano de toma de decisiones del proyecto: el Grupo Promotor, formado principalmente por decenas de profesores, bibliotecarios, libreros, animadores y técnicos de Juventud. Solicitamos a las editoriales los títulos que nos interesa valorar y los sometemos a nuestros propios criterios artísticos y docentes hasta que conseguimos encontrar una triada de finalistas equilibrada.

Es un proceso largo y plural que dura todo el curso escolar y solemos valorar entre treinta y cincuenta títulos dependiendo del año. No tenemos unas bases como tal pero seguimos unas pautas claras: debe tratarse de libros publicados en alguna de las lenguas oficiales del estado (y en su caso traducido al castellano); deben ser de reciente publicación (dos o tres años como máximo, aunque a veces más); y el autor o autora ha de estar dispuesto a visitar Cartagena durante el curso escolar para mantener encuentros con los lectores, así como a recoger el premio personalmente en caso de resultar ganador.

Es muy importante para nosotros que los tres títulos finalistas de cada premio sean diferentes entre sí, ofreciendo un abanico de experiencias de lectura variado pues hemos descubierto que los gustos de los lectores jóvenes -y por extensión los de los lectores a cualquier edad- son muy diversos, aunque a menudo tendemos a dirigirnos a los jóvenes como un grupo de lectores homogéneo.

En general, intentamos que las obras finalistas del Premio Mandarache se alejen del bestsellerismo y de las lecturas facilistas que suelen ofrecer los fenómenos editoriales de temporada. Del mismo modo intentamos no centrarnos en la literatura de evasión y entretenimiento, buscar títulos con un poco de veneno y, como ya apuntaba más arriba, sin paternalismos: libros que no tienen por qué estar protagonizados por jóvenes ni tienen por qué hablar sobre su mundo; títulos que en ocasiones encierran dilemas morales complejos que no son de fácil resolución.

Intentamos encontrar la literatura que mejor cuenta nuestro tiempo o nos ayuda a entenderlo mejor. En la sección Ediciones Anteriores de nuestra web se encuentran los finalistas y ganadores de cada año y la verdad es que el currículo de autores y autoras que han pasado por el proyecto nos enorgullece: desde los más consagrados como Rosa Montero, Almudena Grandes, Gustavo Martín Garzo, Rosa Regàs, Eduardo Mendoza o Javier Cercas, a otros autores más conocidos por los lectores más avezados pero tal vez no tanto por el gran público como por ejemplo Cristina Sánchez-Andrade, Susana Fortes, Milena Busquets, Isaac Rosa o Belén Gopegui. El catálogo de autores y autoras de literatura juvenil es igual de impresionante, cuando volvemos la vista atrás nos parece increíble.

¿Qué ideas te gustaría compartir con todos aquellos promotores que quieran lanzar propuestas similares para incentivar el hábito lector entre los jóvenes?

Invito a todos los compañeros y compañeras que trabajan en la educación lectora a no centrarse solo en la literatura de evasión, juvenil o no. Las lecturas de evasión son muy importantes en el disfrute de la literatura para cualquier lector, más aún para los lectores y lectoras más incipientes, pero las instituciones no pueden transmitir una idea de la literatura como simple ocio y tiempo libre. Eso es constreñirla, es enjaular la literatura y entenderla como un producto de mercado, despojándola de su enorme poder para interpelarnos y hacernos crecer como seres humanos.

¿Qué proyectos y planes de futuro tenéis en la organización? ¿Habrá sorpresas en nuevas ediciones?

En el curso pasado probamos una acción piloto que nos ilusiona especialmente y que queremos amplificar en el futuro. Se trata de la iniciativa Orillas Mandarache, a través de la cual invitamos a participar como lectores-jurado a sesenta estudiantes de Cartagena de Indias en Colombia y sesenta estudiantes de Cartagena en Chile, que leyeron y votaron junto a los cinco mil jóvenes de Cartagena en España, de tal modo que en 2017 por primera vez en nuestra historia el Premio Mandarache fue fallado un por un jurado internacional de jóvenes lectores de Cartagenas del mundo.

Es un milagro que sucedió gracias a la intermediación del Hay Festival y el programa Leer El Caribe en el caso de Colombia y también de la Universidad de Chile. Nos interesa mucho impulsar este carácter iberoamericano del proyecto, con el intercambio de conocimientos y experiencias que conlleva y aprovechando la potencia de una lengua hablada por quinientos millones de personas en el mundo.

 

¿Conoces alguna iniciativa similar en otros países?

¡Por supuesto! Estoy feliz de nombrarte algunas de aquellas iniciativas en las que nos inspiramos nosotros para crear nuestro propio proyecto como son: el Premio Napoli, con un jurado de dos mil lectores y con más de sesenta ediciones a sus espaldas; el Premio Arzobispo Juan de San Clemente otorgado por diez estudiantes de secundaria en Galicia; o por ejemplo el Premio Goncourt des lycéens, organizado por Fnac y el Ministerio francés de Educación y otorgado por unos dos mil estudiantes de liceo. Estas son algunas iniciativas con las que coincidimos en esta fórmula de jurado literario masivo, sin embargo permite que resalte el Mandarache, más que como un premio literario, como un proyecto educativo. Ese es por encima de todo su gran valor.

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