¿Dicen los objetos algo sobre nosotros mismos o son meros instrumentos para contar cosas? Esta es la duda que se plantearon el economista Eric Hanushek y su socio de investigación Ludgar Woessman, y para buscar un respuesta elaboraron un estudio en el que encontraron un objeto específico de la casa que servía de indicador más que fiable de que un niño en esa familia sería un buen estudiante. ¿Un iPad? ¿Un ordenador? No: dos estanterías.
En el estudio, que se puede descargar de forma gratuita, se pudo comprobar que, por ejemplo en Inglaterra, la diferencia en los logros educativos que conseguían niños cuyas familias tenían más de dos estanterías de libros era tres veces superior a los que conseguía cualquier estudiante de media durante el año escolar en cuya casa había solo unos pocos libros.
Esto no quiere decir, explica un post publicado en el blog educativo Core77, que por la mera presencia de varias estanterías en el salón de una casa un niño vaya a conseguir mejores resultados que otro cuya familia no tenga. Sin embargo, continúa, los padres que tienen más de un estante con libros lo hacen por un motivo que suele ser que les gusta comprar libros y presumiblemente leerlos. A esto se debe sumar el hecho de que en aquellas familias a las que les gusta leer, es más que probable que a sus hijos les vaya a ir bien en la escuela.
El objetivo del estudio, concluye, no es que lo padres salgan corriendo a comprar estanterías y que las llenen de libros, sino que su presencia en un hogar es un indicativo fiable del buen rendimiento de los pequeños en la escuela. Da igual la procedencia, el estatus o la condición de los estudiantes, si los padres son ávidos lectores eso marca una clara diferencia en la educación de los niños.
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