Buscar por    
Edad
  
País
  
  Género
  
Soporte
   
Temas
Estás en : Home  /  Buenas ideas  /   Orientaciones para leer en familia

Orientaciones para leer en familia

 

Sin ánimo de sentar cátedra, con la humildad que da saberse poseedor de infinidad de dudas, de incertidumbres y de titubeos, hemos tejido esta serie de orientaciones, sugerencias o consejos a valorar cuando nos sentamos a reflexionar sobre el modo de lograr despertar en nuestros hijos la pasión por la lectura.

No se trata de recetas ni de grandes descubrimientos. Los padres verán que no estamos haciendo ningún ejercicio de artificio creativo. Simplemente ponemos sobre la mesa un rico muestrario de telas que, combinadas con el sentido común y la experiencia de cada cual y teniendo en cuenta -sobre todo e inevitablemente- de qué niño concreto estamos hablando, permitirán a los padres confeccionar un vestuario atractivo, estimulante y conmovedor.

Hemos utilizado a propósito esta última palabra porque, con Ana Díaz-Plaja, creemos que el amor por los libros está más ligado a la afectividad que a la efectividad. Es decir, todas y cada una de las actividades que realicemos y todas las reflexiones teóricas que hagamos habrán de estar esmaltadas con el barniz del sentimiento, del amor y la pasión compartida. Sin ellos, despertar el gusto por la lectura será una utopía que sólo convertirá en realidad el azar o la intervención de otros agentes mediadores (principalmente ese amigo íntimo que con todo vuestro entusiasmo dirá a nuestro hijo: “¡léete esto, chaval, vas a flipar!”).

Para la tranquilidad del lector le diremos que no hemos cocinado todas estas ideas en solitario, por lo que no hay ninguna posibilidad de que sean fruto de una mente iluminada que ha distorsionado su juicio por su propia pasión lectora. Afortunadamente todo lo que sabemos lo hemos aprendido de multitud de personas (entre ella, por supuesto, los niños) y por eso, con humildad, nos convertimos en meros portadores de una filosofía colectiva.

Muchas de nuestras fuentes son anónimas, pero sí queremos citar al escritor y editor Miguel Vázquez Freire, a la profesora de la UB Ana Díaz-Plaja y a Comfenalco (Caja de Compensación de Antioquia, Colombia).

Intuiciones sobre la lectura

  • Conoced a vuestros hijos: cada uno es único y sus intereses, gustos, aversiones, proyectos, estados de ánimo y momentos madurativos son intransferibles. En la medida en que tengáis con él un trato estrecho, respetuoso y cordial, os resultará más fácil descubrir las vías de aproximación para regalarle vuestra pasión por los libros. Observad el tipo de lectura y los temas que más interesan a vuestros hijos: cuentos, poesías, libros de animales fantásticos, de viajes, de aventuras, etc.
  • Desde el vientre materno: ahí comienza la aventura, no lo olvidéis, no perdáis el precioso tiempo del embarazo. La madre puede leer sobre el embarazo, sobre los primeros cuidados que deberá tener con el bebé; y cuando dé a luz, buscará libros para regalárselo a sí misma y a su hijo leyéndoselos en voz alta, íntimamente, emotivamente. Le cantará canciones de cuna con frecuencia, le leerá al niño que va creciendo rimas, adivinanzas, trabalenguas, retahílas, cuentos clásicos, populares e historias de la familia. Pero también tarjetas, vallas, propaganda, envases de alimentos, periódicos y todo lo que le rodea. No olvide que lo importante son los sonidos.
  • Todo ayuda: Las primeras lecturas también están en el mundo exterior, en su entorno más próximo: mamá, papá y los hermanos; pero también objetos, voces, olores, sabores y, en general, toda la estimulación que pueda recibir por medio de los sentidos.
  • Contagiad lo que sentís: si no tembláis de emoción con un poema, si no os estremecéis con un relato de terror, si no anheláis encontrar un hueco en vuestra agenda para seguir degustando vuestra novela de cabecera, si no sentís el mono de la lectura, difícilmente podréis despertar en vuestros hijos el deseo de leer. Si el niño se contagia del virus de la lectura será imposible que se cure. Pero recordad: el deseo de leer ha de nacer del niño, no de vosotros.
  • Sed coherentes: sólo si sois honestos con vuestro hijo y le habláis con el corazón («aunque estamos convencidos de que leer es fantástico para todas las personas, nosotros aún no lo hacemos con frecuencia, pero ahora que tú te estás iniciando en ello, nos comprometemos a dibujar nuestro itinerario lector paralelo al tuyo; si nos ayudas y nos dejas ayudarte, nos enriqueceremos los tres»).
  • Realismo, no palabrería: mal irán las cosas si comenzáis escupiendo sobre vuestro hijo todas esas grandes palabras que están tan de moda: «leer te hará soñar», «leer te hará más libre», «un libro te ayuda a ser mejor persona», etc. Sed humildes y habladle con el corazón, desde vuestra experiencia y demostrándole que aceptáis sus dudas. Decidle mejor: «leer puede llegar a ser una experiencia inolvidable y fantástica, pero también te tocará leer a veces cosas insoportables porque te lo mande la escuela, porque tengas que leer para aprender a manejar un aparato o porque leerás sólo para un fin práctico. Acepta ambas lecturas».
  • Comprometeos: «lo que sí te prometemos es que los ratos que dediquemos a leer juntos, serán para nosotros momentos mágicos, minutos únicos en los que pondremos lo mejor de nosotros mismos para embellecernos por dentro y disfrutar de tu compañía».
  • Paciencia y constancia: los hábitos, las aficiones, las pasiones no se siembran con abonos milagrosos ni instantáneos. Admitid los titubeos, las marchas atrás, las dudas; de lo contrario estaréis diciéndoles a vuestros hijos que no les aceptáis como son. Estáis iniciando una carrera para corredores de fondo, no para velocistas estresados.
  • Cread ambientes: hablad de libros, libros en cada rincón, accesibles, haced del libro el mejor compañero, llevadlo con vosotros a todas partes (salas de espera, viajes) y no olvidéis meterlo en la maleta para las vacaciones.
  • Ritual mágico: reservad un momento especial cada día para leer a vuestro hijo, por ejemplo, antes de acostarse, en un lugar agradable y confortable para ambos. Pero recordad que el niño se tiene que sentir protagonista, involucradle en la contada, dejadle que sea él quien explique las ilustraciones, añada o repita las palabras.
  • Cuidad las formas: no se trata de interpretar ni de imitar a un cuentacuentos profesional, pero leed para vuestro hijo de forma expresiva, variando la voz según las situaciones del relato y los personajes, incorporando entonaciones afectivas de acuerdo con los acontecimientos y el tono de la historia.
  • De la mano de la escuela: la ley está de vuestra parte, en cuanto incluye a los padres como parte de la comunidad educativa. Implicaros en las actividades de la biblioteca escolar del centro en el que estudian vuestros hijos. Si no existiera, reivindicadla apasionadamente, exigiéndola como un derecho irrenunciable de los pequeños.
  • Buscad aliados: maestros, bibliotecarios, libreros, amigos, por un lado porque os ayudarán a adquirir seguridad además de conocimientos y, por otro, porque el desarrollo del hábito lector es una tarea compartida en la que han de trabajar codo con codo familia, escuela y sociedad en general.
  • Conoced los libros: para dar de beber buenas lecturas a vuestros hijos tenéis que conocer a fondo los distintos tipos de agua y las diversas fuentes de las que recoger el líquido elemento. Por eso debéis tratar de incorporar a vuestros lecturas de adulto las de carácter infantil y juvenil para, poco a poco, ir ampliando vuestros conocimientos sobre el tema. Podéis apoyaros, además, en diversas publicaciones periódicas y en algunas instituciones dedicadas a la investigación y difusión de la Literatura Infantil. Leer los libros para vuestros hijos y comprobar cuáles les enganchan os ayudará a conocerles y, al mismo tiempo, os enriquecerá al descubrir que para ellos también existe una literatura rica y estimulante.
  • Biblioteca en casa: empezad a formar una colección de libros para vuestro hijo desde antes de que nazcan. Luego él mismo la irá enriqueciendo con vuestra ayuda, la de amigos y familiares, pero, sobre todo, según sus gustos.
  • Confiad en la vista, pero no os dejéis deslumbrar: listas de los más vendidos, marketing, publicidad… son orientaciones relativas, pero  no os guiéis sólo por ellas al seleccionar las lecturas de vuestros hijos.
  • Bibliotecas públicas y librerías: visitadlas con vuestros hijos permitiendo que escojan los libros que quieren ver, leer y llevarse a casa. Inscribid al pequeño en las actividades de la biblioteca: horas del cuento, talleres de creación de marionetas, literarios, de cómics.
  • No demonicéis: ni la tele, ni los videojuegos, ni el ordenador, ni los amigos alejan a vuestro hijo de la lectura; ganáoslos a todos. Por ejemplo, usad la tele para fomentar la lectura leyéndole a vuestro hijo sobre los hechos, lugares o protagonistas de sus programas favoritos. U organizad sesiones de animación a la lectura (cuentacuentos, títeres, concursos de cuentos o poemas) invitando a sus amigos.
  • No sólo cuentos: los libros de conocimientos (deportes, naturaleza, inventos, países y pueblos…), leyendas y fábulas, poesía humorística, versos folclóricos, prensa… también pueden ser una puerta de entrada de la afición por la lectura.
  • Libros de regalo: no dejéis la compra de libros para ocasiones esporádicas de carácter social (Reyes Magos, cumpleaños, Día del Libro); del mismo modo que a veces le compráis un juguete, chucherías, o le lleváis al cine como premio por algo que ha hecho, regaladle libros, pero no interesa que asocie siempre el obsequio con una conducta políticamente correcta sino como un acto de amor.
  • Copias, no gracias: vuestro hijo tiene que vivir su vida y desarrollarse como persona en la dirección que sus propios deseos, intuiciones, dudas, capacidades y maduración le indiquen. No pretendáis corregir en él los errores que vosotros sufristeis de pequeños por una educación lectora nula. Ni tratéis de que repita miméticamente vuestra trayectoria de lecturas (¡tiene derecho a odiar los libros de piratas aunque su padre los adoraba!, ¡no tiene por qué gozar con las novelas de amor que entusiasman a «todas las mujeres»!).
  • Cada libro y cada género tienen su momento: … que puede incluso llegar en la próxima reencarnación del pequeño. ¿Clásicos? ¿Poesía? ¿Teatro? ¿Folclore de la tierra?... ¿Por qué no? Pero, por favor, que sean ellos los que decidan.
  • Ellos también son escritores: fuegos artificiales estallarán en nuestros labios cuando nuestros hijos lleguen a casa con sus textos, esos poemillas, cuentos breves, trabalenguas, adivinanzas, comics, libros sobre animales… que habrán creado de la mano amable y estimuladora de sus maestros y con la ayuda cómplice de sus compañeros.

Conclusiones

Nuestra familia ha de estar firmemente comprometida con la promoción de la lectura y ello significa –en palabras del Seminario de Biblioteca y Literatura Infantil del CP Miguel Servet de Fraga, Huesca- que animaremos a leer a nuestros hijos incluso antes de que aprendan la técnica lectora, les contaremos, les recitaremos poemas, les leeremos en voz alta, llenaremos sus oídos de musicalidad, les daremos ejemplo leyendo todo tipo de textos y en cualquier soporte, les acompañaremos a visitar exposiciones, asistiremos con ellos a espectáculos de títeres y al teatro para afinar su sensibilidad e imaginación.

También estaremos encantados de compartir con ellos nuestras y sus lecturas y de visitar los lugares donde están los libros (bibliotecas, librerías, ferias); les moveremos a visitar la biblioteca de su escuela; crearemos con mimo los cimientos de la biblioteca familiar que nuestros hijos irán haciendo crecer con sus aportaciones; incluiremos la compra de libros entre los gastos corrientes de cada mes, dentro del apartado de ocio y cultura…

Como dice un eslogan colombiano de promoción de la lectura, «Haga de la lectura una ricura y dele a su hijo un regalo para toda la vida… Motívelo hacia la lectura.»

Este texto es una colaboración de Kepa Osoro

 
Envíanos tu comentario: