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Frankenstein sopla 200 velas


Los estudiosos de la obra no se ponen de acuerdo a la hora de fijar la fecha exacta en la que Frankenstein o el moderno Prometeo vió la luz. El Archivo Godwin Shelley señala que a principios de 1818 ya estaba siendo promocionada en la prensa y que la historia había sido citada en los diarios de la autora a finales del año anterior, al llegar a su conclusión.
 
Algunos cronistas sostienen, por el contrario, que la fecha final estaría aproximadamente en torno al mes de marzo de aquel año. En cualquier caso, es en este momento cuando se conocen algunas críticas literarias que alababan la historia de Frankenstein, a pesar de las reticencias que provocaba el rumor que circulaba sobre la autoría de una mujer (teniendo en cuenta algunos de los pasajes que incluía la obra, se trataba de propuestas nada apropiadas para ser firmadas por una chica a tenor de la moral imperante en la época)
 
Con la valentía que caracterizó su existencia, Mary W. Shelley firmó con su nombre la segunda edición, que apareció cinco años más tarde, periodo en el que llegaron a ponerse en escena más de diez adaptaciones teatrales.
 
 
El imaginario colectivo ha tratado al personaje principal de esta obra con distinto rasero, muchas veces a consecuencia del desconocimiento que se tenía del texto original. Hemos conocido a un Frankenstein culto y sensible, vagabundo y dolorido, pero también a un ser torpe y malvado, profundamente vengativo y amargado.
 
Hay historias fascinantes en torno a la creación de la obra. Al parecer, una serie de catástrofes naturales (un volcán que provocó un tsunami y un cambio climatológico importante en Europa), mantuvo a un grupo de amigos conviviendo, casi incomunicados, en una casa a orillas del lago Leman, en Suiza. Aquella pandilla estaba formada por el poeta Percy Bysshe Shelley, su novia Mary, claire Clairmont, amante de Lord Byron, también presente, y el médico y escritor William Polidori.
 
En sus tertulias, se supone que al calor de la lumbre, charlaban sobre ciencia, alentados por los últimos experimentos llevados a cabo por personajes como Benjamin Franklin, tanto en el campo de la electricidad como en otras disciplinas. La fascinación que ejercían los estudios de alquimia o anatomía realizados por Johann Conrad Dippel avivaron la imaginación de Mary, que escribió un texto metafórico protagonizado, precisamente, por un científico, aunque será su criatura la que consiga un hueco en la inmortalidad.
 
También la pérdida de la hija de la autora, que no sobrevivió al primer año de vida, influyó poderosamente en sus concepciones sobre la vida y la muerte, y los deseos de devolver a la vida a los muertos de forma artificial.
 
La popularidad de la novela se acrecentó en el siglo XX, con la adaptación al cine por parte de la Universal, a pesar de las escasas coincidencias con el manuscrito original. Fueron un director británico, James Whale, y un actor también de esta nacionalidad, Boris Karloff, quienes consiguieron forjar un clásico del género y del cine.
 
A falta de un enfoque tan sugerente y complejo como el de la novela, la película acertó a materializar y suministrar una sólida corporeidad al fascinante mito proteico.
 
Placa en la iglesia de St. Peter, en Bournemouth (UK)
 
Hoy, 200 años después, Frankenstein sigue despertando pasiones y protagonizando múltiples reediciones y reinterpretaciones, tanto en la literatura como en el cine o en el, tan de moda, campo de las series televisivas.
 
Desde Canal Lector hacemos un pequeño homenaje a la obra recopilando algunas versiones un tanto "diferentes" a las que conoces junto algunas ediciones que han respetado tal cual el texto original. 
 
 
 
 
[Algunos de los datos incluídos en esta noticia han sido extraídos de http://shelleygodwinarchive.org/]
 
 
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