Sólo Roald Dahl podría haber escrito una historia tan peculiar como ésta mezclando en las dosis justas diversión, ternura, sátira y humor negro (y sólo él se habría atrevido a convertir en uno de sus personajes a la mismísima reina de Inglaterra). El Gran Gigante Bonachón, coleccionista de sueños y caracterizado sobre todo por su divertida forma de hablar, es un personaje digno de antología, entrañable y de una talla a la altura de su impresionante físico. Así lo refleja en sus ilustraciones Quentin Blake. Diversión, emoción y escalofríos produce esta «pócima alegrosa» -como diría el GGB-, que lleva años encantando a los lectores y cada vez sabe mejor. Sólo Roald Dahl podría haber escrito una historia tan peculiar como ésta mezclando en las dosis justas diversión, ternura, sátira y humor negro (y sólo él se habría atrevido a convertir en uno de sus personajes a la mismísima reina de Inglaterra). El Gran Gigante Bonachón, coleccionista de sueños y caracterizado sobre todo por su divertida forma de hablar, es un personaje digno de antología, entrañable y de una talla a la altura de su impresionante físico. Así lo refleja en sus ilustraciones Quentin Blake. Diversión, emoción y escalofríos produce esta «pócima alegrosa» -como diría el GGB-,... Seguir leyendo

El Gran Gigante Bonachón

Sofía no podía conciliar el sueño.
Un brillante rayo de luna asomaba al sesgo por entre las cortinas y daba justamente en su almohada.
Las demás niñas de la habitación llevaban varias horas descansando.Sofía cerró los ojos y permaneció muy quieta, para ver si lograba dormirse.Pero no le sirvió de nada. El rayo de luna era como un cuchillo de plata que se abriera paso por el cuarto hasta su misma cara.
La casa estaba en absoluto silencio. Desde abajo no llegaba ni una voz. Y en el piso de encima tampoco se oían pasos.
La ventana que había detrás de las cortinas estaba abierta de par en par, mas nadie caminaba por las aceras de la calle.