En 2025 se conmemora el 150 aniversario del fallecimiento de Hans Christian Andersen, una de las figuras principales de la literatura danesa y universal. La amplia difusión de sus obras y antologías ha mantenido vigente su popularidad hasta nuestros días, con innumerables adaptaciones de las historias que editó en todos los formatos. Su propia vida es, casi, el argumento de una película dramática.
Nacido en Odense el 2 de abril de 1805 en Odense (Dinamarca), fecha en la que se entrega cada año el premio que lleva su nombre y que reconoce, en dos categorías (escritores e ilustradores), a los autores que han realizado una contribución valiosa a la literatura infantil y juvenil; tuvo una infancia muy humilde. Su madre era una lavandera, Anne Marie Andersdatter (1773-1833); y su padre zapatero (Hans Andersen, 1782-1816). Contrajeron matrimonio en febrero de 1805 y comenzaron a vivir juntos un año después, trasladándose en 1807 a Munkemøllestræde, en Odense, a la casa que hoy alberga un museo dedicado a su figura.
Tras ingresar en una escuela primaria, paso a formar parte -un año después- de un centro especial para niños pobres, reforzando la educación que le proporcionaba su padre en casa. Según los biógrafos, Hans Andersen fue quien estimuló sus habilidades de lectura e intelectuales y su interés por el teatro (en 1812 su madre, además, trabajó para el Odense Theatre, lo que facilitó que pudiera asistir a muchas representaciones que luego imitaba en el hogar familiar)
En este mismo año su padre se alistó como soldado y los réditos obtenidos ejerciendo como tal se vieron afectados por la bancarrota estatal de 1813, regresando enfermo y muy afectado por la guerra, hasta el punto de fallecer en 1816. La situación generó en la familia graves problemas financieros, obligando a su madre a trabajar largas jornadas y la incorporación del pequeño a la plantilla de una fábrica textil, Koch & Hirschfeldt, como tejedor o, más tarde, en la compañía tabacalera Laurids Ørntrups. La economía no mejoró y se vio obligado a regresar a la escuela para pobres.
En 1818 su madre se volvió a casar, cuando Hans Christian Andersen tenía catorce años, tras seguir compaginando sus estudios con el trabajo en una tienda de comestibles, decidió buscar fortuna en la capital de Dinamarca, Copenhague, desplazándose desde Odense escondido como un polizón en un vagón correo.
Estatua dedicada al autor en Central Park (New York, EEUU)
A la capital, sin embargo, no viajó sin ciertas garantías, llevaba una carta de recomendación del editor del periódico Iversen y algunos ahorros, además tenía algunas amistades que le ayudaron mucho, como Sophie Charlotte Hermansen, una enfermera real que le proporcionaba comida y alojamiento durante su etapa de aprendizaje y búsqueda de empleo allí (sobrevivió como actor, bailarín, cantante...) Sus cualidades no pasaron desapercibidas y algunas personalidades locales le brindaron apoyo e incluso clases de alemán y de canto, hasta comenzar a formar parte del coro de niños de los Teatros Reales, con un contrato de tres años sin pago regular (hasta el momento en que su voz comenzó a madurar y cambiar)
Gracias al escritor Høegh-Guldberg tuvo acceso a clases de lectura, latín y escritura, hasta que en 1821 este no vio claras las aptitudes de HCA y renunció a seguir apoyándole (incluso le vaticinó un negro futuro como actor). Al mismo tiempo, Andersen había enviado una obra de teatro, bajo seudónimo, al Teatro Real, texto que gustó a la dirección del mismo y garantizó otros apoyos económicos para el sustento diario y para continuar formándose. De esta forma pudo acceder a la prestigiosa escuela de latín de Slagelse en 1822, estudios que compaginó con la instrucción por parte del teólogo e historiador Ludvig Christiansen hasta presentarse a los exámenes de acceso a la universidad.
Aunque en 1828 había publicado algunos capítulos de Un viaje a pie desde el canal de Holmen hasta la punta este de Amager, no fue hasta 1829 cuando se produjo su verdadero debut como dramaturgo. A partir de ese momento, diversos periódicos y revistas comenzaron a incluir algunos de sus textos. En 1831 vio la luz su primera colección de poesía y las primeras obras de teatro.
Imagen de George E. Hansen / Library of Congress, Washington, D.C. (EEUU)
Después de un tour patrocinado por Ad Usus Publicos (fondos de utilidad pública establecidos por Federico V que existieron hasta su abolición en 1842); en 1834 publica su primera novela, The Improvisatore, junto a las colecciones Cuentos de hadas para niños 1 y 2, que contenían relatos como La caja de Tinder, Pequeño Claus y Gran Claus o Pulgarcita. En 1836, escribió nuevas obras de teatro para cantar y vodeviles, a la vez que iba ganando fama en Alemania gracias a la publicación allí de la segunda edición de la citada Improvisatore, texto que le generó grandes beneficios. Un año más tarde edita Only A Fiddler, traducida al holandés.
Entre 1840 y 1841, Hans Christian Andersen realizó un viaje por Europa y Oriente, visitando Atenas, Nepal, Constantinopla y Praga. En 1843 y 1845 realiza nuevas giras por Europa y se publica en inglés y ruso The Improvisatore (que era, en buena parte, autobiográfica); hecho que abre el camino para que todos sus textos comiencen a traducirse al alemán y francés.
En 1851 participó en las celebraciones festivas dando la bienvenida a los soldados a casa, mientras se publicaba su poema Landsoldatens Hjemkomst y Fædrelandske Vers og Sange under Krigen, obras que marcan un cambio en su estilo, con una versátil fusión de géneros caracerizada por la fantasía, vivacidad y atrevimiento de los argumentos.
En torno a 1862 y 1863 viajó a Alemania, Italia y Suiza. Publicó sus obras en colecciones, recibió visitas del poeta noruego Andreas Munch, de su editor británico Richard Bentley y se desplazó a conocer en persona a Charles Dickens, Georg Brandes y Henrik Ibsen, además de colaborar con sociedades como Dansk Samfund.
El tema español estuvo presente a lo largo de gran parte de su producción literaria, y en alguna ocasión hizo uso de la historia de nuestra pintura. Es el caso del poema "Lo hizo el zombi", que trata el tema de un supuesto esclavo discípulo de Murillo que llegó a practicar en secreto su arte con gran habilidad. Desde al menos 1845 el escritor planeaba un viaje por la península que no pudo llevar a cabo hasta 1862. Entre el 4 de septiembre y el 23 de diciembre recorrió Cataluña, Levante, Andalucía, Madrid, Toledo y Burgos.
Según diversas fuentes, la estancia no respondió a las expectativas que se había creado, pero quedó plasmada en un relato que se publicó al año siguiente y que pronto fue traducido al inglés y al alemán. Es un libro más interesante por la personalidad de su autor que por la información o los juicios que contiene, proveniente de otras fuentes y, por tanto, carente de la originalidad que caracteriza su narrativa. Sin embargo, el texto sirvió para forjar la imagen de España en los países nórdicos. A modo de anécdota señalar que dedica algunos párrafos al Museo del Prado.
En 1871 se instaló en la casa de Rolighed con la familia Melchior y en 1872, ya enfermo, recibió la visita del príncipe heredero Federico. A pesar de sus graves dolencias aún tuvo ánimo de viajar a Alemania, Austria, Suiza e Italia incluso en dos ocasiones.
Falleció en agosto de 1875 y fue enterrado en Copenhague el 11 de diciembre. En el funeral se interpretó una de sus propias canciones. Actualmente está enterrado en el cementerio de Assistens, en una tumba especial ordenada por Edvard Collin.
La Organización Internacional para el Libro Juvenil, en reconocimiento a la honda huella que dejó, especialmente, en su faceta como cuentista, instituyó unos premios con su nombre en la década de los cincuenta del siglo XX, un galardón bienal consistente en una medalla de oro y un diploma que los autores reciben de manos de la reina de Dinamarca.
Además publican una «Lista de Honor» con una selección de novedades de los dos años anteriores, seleccionadas por las diferentes secciones nacionales de la institución, con el ánimo de reconocer la excelencia en la ilustración y literatura para niños y jóvenes.
Aunque, como hemos señalado, escribió poesía, teatro, descripciones de viajes y cuentos, es por esta última faceta por la que más se le recuerda, pues renovó el género al aportar una profundidad inédita y un buen número de relatos procedentes del acervo popular (¿quién no ha leído o escuchado alguna vez historias como El patito feo, El soldado de plomo, La reina de las nieves, La princesa y el guisante, El pequeño elfo Cierraojos, Pulgarcita, La cerillera, La hija del Rey del Fango...
Parte de esta biografía ha sido proporcionada por la web oficial VisitAndersen.com. Traducción Canal Lector. La ilustración de portada es de Óscar T. Pérez, y ha sido publicada originalmente por Anaya Infantil y Juvenil (c)
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