La magia de las cifras redondas concede a este año, 2016, el argumento peor que existe para acercarse a Camilo José Cela. Abundan las razones mucho más sólidas. Camilo José Cela, CJC como a menudo firmaba él, fue un escritor con una capacidad para el manejo de las palabras que cuenta con pocos contrapuntos en la literatura en lengua castellana. Camilo José Cela inventó la transformación del paisaje en vidas y gentes. CJC dio con la magia capaz de convertir la historia en novela, las palabras malsonantes en ciencia y los libros de memorias en materia de fábula.
Pero si Camilo José Cela fue en vida un autor de enorme talento, también fue torero, actor, artista, bibliófilo, editor e incluso, qué cosas, cartero honorario. Todas esas maneras de ser se trasladaron de una u otra forma a los libros que nos fue dejando; a los suyos y a los de sus amigos; a los propios que construía cuartilla a cuartilla con su letra diminuta y a los ajenos a los que daba amparo en revistas y editoriales. ¿Sabremos entender ese compendio de máscaras, desechar la hojarasca y volver sobre lo que quedará en los siglos venideros como su auténtico legado? Serán muchos quienes, con motivo del centenario, se animen a aceptar el reto. Entre todos ellos, me corresponde un papel difícil. Ese al que conduce el hecho de que Camilo José Cela era mi padre.
(Camilo José Cela Conde)
Con estas palabras homenajea a su padre el escritor y catedrático en la web Universo Cela. 2016 es un buen año para acercarse a su obra y repasar algunos de los títulos más importantes del siglo XX. Una trayectoria merecedora del Premio Nobel de las Letras, Premio Nacional de Literatura o del Premio Princesa de Asturias de las Letras, que ha influido decisivamente en la producción literaria de otros muchos autores.
En la actualidad, las novelas de Camilo José Cela siguen siendo lecturas recomendadas en gran parte de los institutos de Bachillerato y ESO de España, y se analiza el impacto de su literatura en la asignatura correspondiente.
En el panegirico confeccionado por la fundación que lleva su nombre, destacan que el escritor primero fue lector. Con gran pasión, leyó a los clásicos, después a los autores españoles de la Generación del 98 y finalmente al filósofo español que más influyó en las primeras décadas del pensamiento español, Ortega y Gasset. Fue profesor suyo el poeta Pedro Salinas y en consecuencia, el primer género sobre el que fraguó su creatividad fue la poesía.
La obra de CJC es el fruto de una serie de corrientes literarias y filosóficas españolas que se van encadenando desde tiempos lejanos. Recorre los vericuetos de la historia y cultura españolas, en él se aúnan el drama rural de Lorca, el testimonio político de Benito Pérez Galdós, la búsqueda de la luz de Salinas, la deformación de la realidad de Valle Inclán o de Gómez de la Serna, la novela de Unamuno, Baroja y Azorín, el retrato de la calle de El Lazarillo, el sentido patético de la vida del barroco de Calderón y la exaltación de los placeres de Lope de Vega.
CJC, sin embargo, no se incluye en una generación o en una corriente porque fue de esos artistas que ellos solos inician y culminan un momento brillante de la cultura.
[El fragmento del vídeo que se ofrece corresponde al documental El recuerdo más cercano, que recopila testimonios y recuerdos de familiares, amigos y colaboradores del escritor. Está dirigido por Cela Conde, Carlos Agustín y Belén Tánago]
