Dura novela, que cuenta una historia como hay miles: la de un niño tímido y con problemas obsesivo–compulsivos, nieto de inmigrantes, al que le cuesta verdaderamente mucho adaptarse a su entorno. Con la excusa de que en clase Brahim deberá contar ante su maestra y compañeros algo personal, él comienza a hablar consigo mismo, llegando siempre a la misma conclusión: que no tiene nada que decir. No será sencillo para él enfrentarse a ese momento, porque cuando habla para sus adentros se convence cada vez más que todo le resultará inútil. Dura novela, que cuenta una historia como hay miles: la de un niño tímido y con problemas obsesivo–compulsivos, nieto de inmigrantes, al que le cuesta verdaderamente mucho adaptarse a su entorno. Con la excusa de que en clase Brahim deberá contar ante su maestra y compañeros algo personal, él comienza a hablar consigo mismo, llegando siempre a la misma conclusión: que no tiene nada que decir. No será sencillo para él enfrentarse a ese momento, porque cuando habla para sus adentros se convence cada vez más que todo le resultará inútil.

Nada que decir

Mañana por la tarde me toca a mí.
La profe me señalará con el dedo y dirá:
–Ahora tú, Brahim.
–Y tendré que ir. Bueno, a lo mejor.
Al parecer es un juego.
Forma parte de las clases prácticas de preparación para el «bac» de lengua. En fin, «clases prácticas» es un decir...
En realidad, lo que hacemos es pasarnos cuatro días en mitad del campo, en un antiguo internado que ahora es un centro para campamentos y para «clases trasplantadas».
Por la mañana tenemos clase y por la tarde talleres: lectura en voz alta, simulacros de exámenes orales, etc. Y después nos reunimos en el salón de conferencias que han construido bajo los techos.