Un canto a la naturaleza, con el testimonio de un niño de ciudad al que las circunstancias familiares le llevan a vivir en el campo. Allí descubre el valor de las cosas sencillas, rodeado de cariño, el de sus abuelos, y el que siente por los animales a los que cuida. Pero, en este ambiente idílico se enfrenta también con realidades difíciles, como la muerte de un ser querido y la incomprensión.Un canto a la naturaleza, con el testimonio de un niño de ciudad al que las circunstancias familiares le llevan a vivir en el campo. Allí descubre el valor de las cosas sencillas, rodeado de cariño, el de sus abuelos, y el que siente por los animales a los que cuida. Pero, en este ambiente idílico se enfrenta también con realidades difíciles, como la muerte de un ser querido y la incomprensión.
Mi abuelo era un cerezo
Cuando cumplí los cuatro años, tenía cuatro abuelos: dos abuelos en la ciudad y dos abuelos en el campo. Los de la ciudad se llamaban Luis y Antonieta, y parecían la típica gente de ciudad. Los del campo se llamaban Octavio y Teodolinda, y no se parecían a nadie, ni siquiera a sus vecinos.