Sin la profundidad de Pippi, Guillermo, Celia o Tom, Pablo Diablo forma parte de la pandilla de trasgresores que protagonizan las páginas más divertidas y agudas de la literatura infantil. Próximo a la estética de los dibujos animados, este personaje nos hace disfrutar de sus malvadas ocurrencias, de la astucia e inteligencia que emplea a la hora de gastar una broma o desobedecer a un adulto. Quizás sea este contexto el que resalte su valor, necesidad y heroísmo. En todo caso, sus aventuras se imprimen en la memoria de sus seguidores.
Sin la profundidad de Pippi, Guillermo, Celia o Tom, Pablo Diablo forma parte de la pandilla de trasgresores que protagonizan las páginas más divertidas y agudas de la literatura infantil. Próximo a la estética de los dibujos animados, este personaje nos hace disfrutar de sus malvadas ocurrencias, de la astucia e inteligencia que emplea a la hora de gastar una broma o desobedecer a un adulto. Quizás sea este contexto el que resalte su valor, necesidad y heroísmo. En todo caso, sus aventuras se imprimen en la memoria de sus seguidores.
Los enemigos de Pablo Diablo
-¡Soy el Capitán Garfio!
-¡No, yo soy el Capitán Garfio!
-¡Yo soy el Capitán Garfio! –insistió Pablo Diablo.
-¡El Capitán Garfio soy yo! –insistió Marga Caralarga.
Se miraron desafiantes.
-El garfio es mío –dijo Marga Caralarga.
Marga Caralarga vivía en la casa de al lado. No le gustaba Pablo Diablo, y a Pablo Diablo tampoco le gustaba ella. Pero cuando Peporro estaba ocupado, Arturo tenía la gripe y Susana estaba enfadada con ella, Marga saltaba la tapia para jugar con Pablo.