Quentin Blake ilustra un relato de André Bouchard en el que se pone de manifiesto la ajetreada vida de los adultos. Ambos nos introducen en la historia de una familia aparentemente normal, hasta que un día el padre literalmente pierde la cabeza. Es entonces cuando la familia, con mucho humor, sopesa los pros y los contras de tener un padre que no tiene nada encima de los hombros. Una obra divertida y dinámica que ofrece dobles lecturas dependiendo de la edad del lector que se acerque a ella. Y es que todos, alguna vez, nos hemos dejado la cabeza en otra parte. Quentin Blake ilustra un relato de André Bouchard en el que se pone de manifiesto la ajetreada vida de los adultos. Ambos nos introducen en la historia de una familia aparentemente normal, hasta que un día el padre literalmente pierde la cabeza. Es entonces cuando la familia, con mucho humor, sopesa los pros y los contras de tener un padre que no tiene nada encima de los hombros. Una obra divertida y dinámica que ofrece dobles lecturas dependiendo de la edad del lector que se acerque a ella. Y es que todos, alguna vez, nos hemos dejado la cabeza en otra parte.

Con la cabeza en otra parte

Papá había perdido la cabeza. Estaba claro: no tenía nada encima de los hombros. No paraba de tropezar por todos los rincones de la casa. Cuando rompió una figurita muy antigua, muy fea y muy cara que a mamá la encantaba, le pedimos que por favor se quedara sentado.