El misterio del Caballero Negro
Magnus oyó un leve zumbido, luego sintió que algo lo cogía por los tobillos y un instante después se balanceaba en el aire cabeza abajo.
–¡Eh! ¿Qué es esto? –exclamó.
Lily estuvo a punto de que le pasara lo mismo. También intentaron atrapar sus pies ávidos lazos corredizos. Pero a ella aún le dio tiempo para saltar a un lado; luego rodó por la hierba y, sorprendida, se quedó sentada entre margaritas y dientes de león.
–Creo que estoy viendo visiones –jadeó y se apartó de la cara su larga trenza cobriza–.