Por tierras de pan llevar
Julián llegó a la llanura cuando aún era mozo. Lo trajeron del Sur, de una tierra con muchos olivos y pocos amos. Había nacido hijo de jornaleros y dio en ladrón porque no se acostumbraba a pasar hambre. Un día, robó mal, con mala suerte, a mala gente. El robado era amo de mucho y no fue capaz de entender miserias ajenas. Hubo juicio y el juez le dio la razón al que más tenía. Julián terminó en presidio, pero sólo estuvo encerrado seis días, que al séptimo, muy de mañana, vino el médico y le miró los dientes.
«Es mozo y servirá», dijo el médico.
Julián salió de presidio en cuerda de presos, amarrado a otros diez, todos ladrones. Eran parte del contrato entre la Corona de España y la empresa encargada de construir el Canal de Castilla.