Entresombras y la llave maestra
Cuando amaneció, el circo ya estaba allí. A las afueras del pueblo, junto al barranco del ahogado y la vieja chatarrería de Fu Manchú, sólo quedaba un círculo de cenizas en el que nunca volvería a crecer la hierba y sobre el que nadie, jamás, volvería a poner los pies. Parecía un sello lacrado en fuego; una huella indeleble que mantendría para siempre el recuerdo de lo que allí sucedió. El recuerdo y el temor. Por eso todos se esforzaban en desviar la mirada, en dirigir hacia otro lado la conversación...