El señor Scrooge es un viejo avaro y egoísta, que solo piensa en su trabajo y no le gusta la Navidad, ni ninguno de los sentimientos que suelen aflorar en esas fechas en la mayoría de las personas. En la noche de Navidad recibe la visita del fantasma de su amigo y socio, muerto hace tiempo. Este le explica que está condenado a acarrear una pesada cadena por la vida que ha llevado y le anuncia que le visitarán tres espíritus esa misma noche. Son los espíritus de las Navidades pasadas, presentes y futuras. Con ellos, el Señor Scrooge recorre su vida desde su infancia hasta su muerte y descubre los sentimientos que las personas que le rodean tienen hacia él. La editorial Bambú, a través de la colección «Clásicos Universales», ha recuperado este texto clásico de Charles Dickens publicado en 1837 y que debido a los valores que trata sigue vigente en la actualidad: caridad, generosidad, bondad, avaricia, amor y egoísmo. Una cuidada edición en tapa dura que incluye ilustraciones de Pep Montserrat y un cuadernillo documental al final sobre la vida, obra y época del autor que ayuda a comprender determinados aspectos de la obra. Un cuento para todas las épocas del año.
El señor Scrooge es un viejo avaro y egoísta, que solo piensa en su trabajo y no le gusta la Navidad, ni ninguno de los sentimientos que suelen aflorar en esas fechas en la mayoría de las personas. En la noche de Navidad recibe la visita del fantasma de su amigo y socio, muerto hace tiempo. Este le explica que está condenado a acarrear una pesada cadena por la vida que ha llevado y le anuncia que le visitarán tres espíritus esa misma noche. Son los espíritus de las Navidades pasadas, presentes y futuras. Con ellos, el Señor Scrooge... Seguir leyendo
Cuento de Navidad (Villancico en prosa)
En primer lugar, Marley había muerto. No hay la menor duda sobre eso. El certificado de su entierro estaba firmado por el clérigo, el sacristán, el director de la funeraria y el que presidió el duelo. Lo había firmado Scrooge, y el nombre de Scrooge era válido en la Bolsa, que aceptaba cualquier documento que él hubiese decidido firmar. El pobre Marley estaba tan muerto como un clavo de puerta.