La sombra del mal
Poco después de escaparse de casa, Sam Wiggins empezó a tener pesadillas. Llegó a temer la hora de dormir, porque dormir significaba soñar.El sueño siempre empezaba igual: era una versión en forma de pesadilla de algo que le había ocurrido en la calle cuando llegó a Londres con las manos vacías y se pasó varios días sin comer. Solo y hambriento, le robó un cucurucho de castañas asadas a un vendedor ambulante. Un mendigo lo vio y lanzó la voz de alarma, por lo que Sam tuvo que huir corriendo.