Aire negro
Quizá ha llegado el momento, aunque me resista a reconocerlo, de abandonar mis esfuerzos por olvidar lo inolvidable y afrontar de una vez por todas la realidad, aceptar la existencia de este gusano que me devora por dentro y que, con el paso de los días, no hace más que crecer y crecer. Si es cierto que la escritura es una terapia liberadora, como tantas veces les he dicho a mis pacientes, relatar aquí unos sucesos que, por más que lo intento, no puedo apartar de mí, servirá para liberarme de este espanto y de estas obsesiones que se enredan en mi cerebro como lianas. Tal vez así pueda, por fin, encontrar el descanso que persigo inútilmente desde hace tres años.