El hombre delgado
Yo estaba apoyado en el mostrador de un bar de la calle Cincuenta y dos, esperando a que Nora terminara sus compras de Navidad, cuando se me acercó una muchacha que había estado sentada con otras tres personas a una de las mesas. Era pequeña y rubia, y lo mismo era mirarle la cara que el cuerpo, en un traje de sport color azul pólvora: el resultado era igualmente satisfactorio.