El placer de la lectura, y las condiciones que esta requiere constituyen el eje de este cuento con aire de fábula en el que los protagonistas y la estructura actualizan fórmulas enraizadas en los cuentos populares. Como cada tarde, la oveja Catalina se sentó en su silla de leer con un cuento y una taza de chocolate. Iba por lo más interesante cuando, ¡cataplúm!, la silla se rompió y Catalina rodó por el suelo. Intentó arreglarla, pero quedó algo chapucera y pensó que sería mejor cambiarla. Y así fue como empezó a hacer trueques, con el gallo Recaredo, con el cerdo Narciso...Mediante un juego metaliterario, el cuento de Los tres cerditos se entreteje con el argumento principal; y el mismo guiño se refleja paralelamente en las ilustraciones, donde van colándose las escenas leídas por la protagonista. El final sorprendente cierra el círculo con un broche redondo.
El placer de la lectura, y las condiciones que esta requiere constituyen el eje de este cuento con aire de fábula en el que los protagonistas y la estructura actualizan fórmulas enraizadas en los cuentos populares. Como cada tarde, la oveja Catalina se sentó en su silla de leer con un cuento y una taza de chocolate. Iba por lo más interesante cuando, ¡cataplúm!, la silla se rompió y Catalina rodó por el suelo. Intentó arreglarla, pero quedó algo chapucera y pensó que sería mejor cambiarla. Y... Seguir leyendo
Cambalache
Cada tarde, la oveja Catalina se preparaba una taza de chocolate y se sentaba a leer en su silla favorita.
Aquel día iba a leer Los tres cerditos, pero cuando estaba abriendo el libro…
¡NIIIEEEK…!
¿Qué había sido aquel ruido?
Catalina aguzó el oído, pero todo estaba en silencio; y siguió con la lectura.