Olivia tiene una personalidad muy particular: sabe lo que quiere, es divertida, un poco caprichosa y, sobre todo, cuando alguna extraña ocurrencia se le mete en la cabeza, no duda ni un momento en llevarla a cabo. Venecia es una ciudad especial: sembrada de canales, puentes, palacetes y arte. Hermosa y un poco decadente, suele dejar una marca en quienes la visitan. El encuentro entre Olivia y la ciudad de Venecia cumple con todos los requisitos para atrapar al lector que sigue las aventuras de esta entrañable cerdita neoyorquina.
Olivia tiene una personalidad muy particular: sabe lo que quiere, es divertida, un poco caprichosa y, sobre todo, cuando alguna extraña ocurrencia se le mete en la cabeza, no duda ni un momento en llevarla a cabo. Venecia es una ciudad especial: sembrada de canales, puentes, palacetes y arte. Hermosa y un poco decadente, suele dejar una marca en quienes la visitan. El encuentro entre Olivia y la ciudad de Venecia cumple con todos los requisitos para atrapar al lector que sigue las aventuras de esta entrañable cerdita neoyorquina.
Olivia en Venecia
Llegaron las vacaciones. Olivia y su familia decidieron pasar unos días en Venecia. Había mucho que empacar.
—Olivia, no necesitas tu esnórquel —le dijo su mamá—. Ni tus aletas… ni tus esquís acuáticos.
—Pero, mamá, es una ciudad que con frecuencia está bajo el agua.
En el aeropuerto revisaron que Olivia no portara armas. Eso le gustó mucho.
En el avión, Olivia le preguntó a su mamá sobre la comida en Venecia.
—No te preocupes, hay pizza y helado en todos lados.
—¿En todos lados?