Los límites del universo los marca cada vida: hay grandes viajeros que desafían su finitud y existencias cercadas que son como haces luminosos.
Elieta está sola. Desde su silla de ruedas ve pasar los días por la ventana. Inmóvil, como ella, el mundo comienza a caminar a través de otra persona, un ser desconocido que provoca una vida imaginaria, un anhelo: la comunicación.
Profundamente intimista, el relato entabla un difícil diálogo con la soledad del lector, concediéndole la oportunidad de descubrir lenguajes para abrirse a la vida.
Los límites del universo los marca cada vida: hay grandes viajeros que desafían su finitud y existencias cercadas que son como haces luminosos.
Elieta está sola. Desde su silla de ruedas ve pasar los días por la ventana. Inmóvil, como ella, el mundo comienza a caminar a través de otra persona, un ser desconocido que provoca una vida imaginaria, un anhelo: la comunicación.
Profundamente intimista, el relato entabla un difícil diálogo con la soledad del lector, concediéndole la oportunidad de descubrir... Seguir leyendo
Elieta
Cuando el camión de mudanzas se detuvo delante de casa y empezó a descargar los muebles, conseguí que mamá me sentase en la butaca, junto a la ventana. No tengo muchas ocasiones de pasar un día entretenido.
El asiento es bajo y no me permite alcanzar los cristales para mirar afuera, pero mamá apila un montón de almohadones y así puedo ver el movimiento de la calle.