Scratch
Cinco, cuatro, tres, dos, uno…
Speedy, que ha llevado el motor por encima de las cinco mil vueltas, suelta el pedal del embrague y, con un ligero chirrido de ruedas, noventa y seis caballos de potencia nos empujan por la espalda, hundiéndonos levemente en los asientos de serie, demasiado mullidos, nada envolventes, pensados para llevar de viaje a la familia y no para ir "de carreras".