Las calles de Marespuma son de agua, por eso sus habitantes caminan sobre zancos. Como cada año, en la noche más larga del invierno se celebraba una fiesta por todo lo alto pero un infortunio hace que se produzca una situación indeseada y Leopoldo, quien posee los zancos más altos y especiales de todos, tendrá que resolver la situación. Éric Puybaret dibuja y crea esta bonita historia sobre la satisfacción de ofrecer ayuda y sacrificar algo propio en favor del bien común.
Las calles de Marespuma son de agua, por eso sus habitantes caminan sobre zancos. Como cada año, en la noche más larga del invierno se celebraba una fiesta por todo lo alto pero un infortunio hace que se produzca una situación indeseada y Leopoldo, quien posee los zancos más altos y especiales de todos, tendrá que resolver la situación. Éric Puybaret dibuja y crea esta bonita historia sobre la satisfacción de ofrecer ayuda y sacrificar algo propio en favor del bien común.
Los zancos rojos
La ciudad de Marespuma se erigía en el agua. Las casas se sostenían sobre pilotes, las calles formaban arroyos y las avenidas eran grandes ríos tranquilos. Para caminar sin mojarse, los habitantes utilizaban zancos. Aquellos que gozaban de un buen equilibrio paseaban a la altura de las farolas. Los otros, rozaban la superficie acuática.