El humilde matrimonio de los Dillingham Young poseía dos bienes preciados: el reloj de oro de Jim y la hermosa melena de Della. La mujer deseaba halagar a su esposo con un refinado regalo navideño y decidió vender su cabello para obtener el dinero necesario. Él también se sacrificó para obsequiar a su amada y como presente eligió ¡una diadema! Un relato circular ilustrado con sutiles imágenes que incrementan el tono romántico de esta bella historia de amor y de desafortunadas coincidencias.
El humilde matrimonio de los Dillingham Young poseía dos bienes preciados: el reloj de oro de Jim y la hermosa melena de Della. La mujer deseaba halagar a su esposo con un refinado regalo navideño y decidió vender su cabello para obtener el dinero necesario. Él también se sacrificó para obsequiar a su amada y como presente eligió ¡una diadema! Un relato circular ilustrado con sutiles imágenes que incrementan el tono romántico de esta bella historia de amor y de desafortunadas coincidencias.
El regalo
Un dólar y ochenta y siete centavos. Eso era todo. Y de esa cantidad, sesenta estaban en monedas de céntimo. Céntimos ahorrados de uno en uno a base de arrancárselos al de la tienda de ultramarinos, al verdulero y al carnicero hasta que las mejillas le ardían por la silenciosa acusación de mezquindad que implicaba una negociación tan tacaña. Della lo contó tres veces. Un dólar y ochenta y siete centavos. Y al día siguiente era Navidad.