El conocido ilustrador David McKee nos ofrece, a través de la peripecia de Denver, el hombre más acaudalado de Berton, un 'extra' que poseen pocos cuentos contemporáneos: el dilema ético, en este caso con ramificaciones políticas. Acostumbrados a una realidad plana donde lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto están perfectamente delineados, en Denver encontramos a un rico bueno y generoso y a una comunidad humana desagradecida y envidiosa, incapaz de lidiar con su buena suerte. ¿Es justo plantear las desigualdades sociales -que unos sean señores y otros sirvientes (de buen grado)- desde el paternalismo? El individuo que manifiesta el descontento por la disparidad de riquezas, ¿es un personaje oscuro que siembra cizaña entre la población o un visionario justiciero social? Los lectores tienen la palabra.
El conocido ilustrador David McKee nos ofrece, a través de la peripecia de Denver, el hombre más acaudalado de Berton, un 'extra' que poseen pocos cuentos contemporáneos: el dilema ético, en este caso con ramificaciones políticas. Acostumbrados a una realidad plana donde lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto están perfectamente delineados, en Denver encontramos a un rico bueno y generoso y a una comunidad humana desagradecida y envidiosa, incapaz de lidiar con su buena suerte. ¿Es justo plantear las desigualdades sociales -que... Seguir leyendo
Denver
Denver era rico. Muy rico. Muy, muy rico. Vivía en una enorme casa llamada Mansión Berton.
Tenía chófer. Tenía jardineros. Tenía cocinera.
Había muchas personas que lo atendían. Estaban contentos de trabajar para alguien tan gentil y generoso como Denver.