El movimiento continuo

Una vez... Gregorio vio cómo crecía un helecho. Ver aquel prodigio fue el principio de todo. Mucho más tarde, cuando el verano ya tocaba a su fin, Gregorio recordó aquel momento milagroso, junto al tobogán de los ratones, con Andrea muy cerca de él.
El brote más pequeño y tierno, en la punta del helecho, parecía temblar. Gregorio no pensaba en nada. Lo miraba y nada más.