Una novela que tendrá a sus lectores con el corazón en la garganta. Durante la revolución mexicana, El coronel, un revolucionario cuya fama de asesino despiadado lo persigue, se escapa de los soldados y llega a la casa de Don Nabor, un abuelo moribundo y en el lecho, a cargo de Héctor y Flor unos hermanos de 9 y 5 años, huérfanos de padre y madre. Héctor confunde al El Coronel con El Diablo y este se aprovecha de la situación para chantajearlos y lograr que lo escondan y alimenten mientras se mejora de un tobillo que se torció en la huida de los soldados que lo iban a fusilar. Héctor negocia los años que le quedan de vida al abuelo con el supuesto Diablo y cuida de su hermana, muda desde el accidente en el que murieron sus padres. Una historia enternecedora y perversa donde la esperanza y la desgracia se funden en un caudal de maldad y bondad desatada en medio de la guerra en la que la escasez y el hambre hacen de las suyas. A la par de la narración principal, Héctor narra el relato de Caín y Abel, que terminará cobrando sentido en un final que erizará la piel y dejará pensativos a sus lectores.
Una novela que tendrá a sus lectores con el corazón en la garganta. Durante la revolución mexicana, El coronel, un revolucionario cuya fama de asesino despiadado lo persigue, se escapa de los soldados y llega a la casa de Don Nabor, un abuelo moribundo y en el lecho, a cargo de Héctor y Flor unos hermanos de 9 y 5 años, huérfanos de padre y madre. Héctor confunde al El Coronel con El Diablo y este se aprovecha de la situación para chantajearlos y lograr que lo escondan y alimenten mientras se mejora de un tobillo que se... Seguir leyendo
Soldados en la lluvia
![](/old-thumbs/978-958-45-4131-4_g.jpg)
No faltará el vivo que diga que no ocurrió, que son inventos. Que la tumba no existe y que lo que aquí se relata es producto de una imaginación desbordada.
Pero no es así.
La tumba existe. Y el suceso ocurrió.
El quepis del soldado de hojalata se aferra aún a su sitio en la cabeza del muñeco. Aunque, eso sí hay que decirlo, se mueve de tarde en tarde con el viento.
Lo mismo que la memoria de a quienes, aunque no lo vivieron, les fue relatado.
Mi padre, entre ellos.
Yo.
No obstante…