La percepción de que el mundo en que vivimos es una ilusión cegadora que oculta una realidad inquietante y que la labor civilizadora llevada a cabo por el ser humano para hacer habitable la Tierra puede resquebrajarse, si se dan las condiciones para que emerja un mundo abyecto y terrorífico de seres monstruosos, es una vieja idea literaria que hunde sus raíces en el romanticismo (especialmente, el británico, con el antecedente inmediato de la novela gótica), pero que autores como Arthur Machen o H. P. Lovecraft supieron formular de forma tal que dieron pie a la creación colectiva de una saga, Los mitos de Cthulhu. Estructurada como un permanente combate entre el mal acechante (que ejemplifican las criaturas de otros mundos) y la vulnerabilidad humana, tanto las narraciones fantásticas de Lovecraft (de las que este libro contiene dos excelentes ejemplos), como los textos de sus contemporáneos y sucesores que han ido conformando la saga, ofrecen una visión profundamente perturbadora de la existencia, pues el ser humano está a merced de fuerzas que difícilmente puede controlar e interpretar. La recreación de escenarios fantásticos, casi apocalípticos, es una de las mejores y más reconocibles señas de identidad del autor. Turbador.
La percepción de que el mundo en que vivimos es una ilusión cegadora que oculta una realidad inquietante y que la labor civilizadora llevada a cabo por el ser humano para hacer habitable la Tierra puede resquebrajarse, si se dan las condiciones para que emerja un mundo abyecto y terrorífico de seres monstruosos, es una vieja idea literaria que hunde sus raíces en el romanticismo (especialmente, el británico, con el antecedente inmediato de la novela gótica), pero que autores como Arthur Machen o H. P. Lovecraft supieron formular de forma tal que... Seguir leyendo
La llamada de Cthulhu. El horror de Dunwich
LA LLAMADA DE CTHULHU
Cap. I. El terror en arcilla
Lo más compasivo que existe en el mundo, pienso, es la incapacidad de la mente humana de relacionar todo su contenido. Vivimos en una plácida isla de ignorancia rodeada de negros mares de infinidad, y no estamos pensados para viajar lejos. Las ciencias, cada una apuntando en su propia dirección, hasta ahora nos han afectado poco. Pero algún día, cuando se junte el conocimiento disociado, se abrirán paso unas vistas tan terribles de la realidad y de nuestra aterradora posición en ella que, o bien nos volveremos locos ante esta revelación, o huiremos de la fatídica luz hacia la paz y la seguridad de una nueva era de las tinieblas.