Hermoso libro que narra, en forma de pequeñas historias autónomas, las situaciones que Sofía vive en una isla finlandesa en compañía de su abuela durante sus primeros veranos. Personajes y hechos de la vida diaria van marcando a la joven en ese tiempo mítico que son los veranos de infancia. El texto va desgranando pensamientos a partir de acontecimientos cotidianos, trascendiéndolos y haciendo reflexionar al lector sobre la existencia humana. La autora nos descubre en ese continuo diálogo entre abuela y nieta la importancia de saber mirar a nuestro alrededor con generosidad y ojos curiosos. Texto delicado y tierno donde, además de adentrarnos en la alegría de la vida al aire libre, se aprecia la importancia que la autora confiere a las relaciones familiares, en las que Sofía encuentra cariño y aprendizaje.
Hermoso libro que narra, en forma de pequeñas historias autónomas, las situaciones que Sofía vive en una isla finlandesa en compañía de su abuela durante sus primeros veranos. Personajes y hechos de la vida diaria van marcando a la joven en ese tiempo mítico que son los veranos de infancia. El texto va desgranando pensamientos a partir de acontecimientos cotidianos, trascendiéndolos y haciendo reflexionar al lector sobre la existencia humana. La autora nos descubre en ese continuo diálogo entre abuela y... Seguir leyendo
El libro del verano
Era una calurosísima mañana de julio, muy temprano todavía, por la noche había llovido. La roca calva y desnuda humeaba, el musgo y la grietas estaban empapados de humedad, los colores se habían vuelto más oscuros.
Bajo la terraza, en las sombras de la mañana, la vegetación parecía una selva tropical, toda ella frondosas ramas y tupidas flores. La abuela tuvo que poner cuidado al abrirse camino, buscando a todo buscar, temerosa siempre de perder el equilibrio, tapándose la boca con la mano.
-¿Qué haces? -preguntó la pequeña Sofía.
-Nada -respondió la abuela-. Bueno sí -añadió, irritada-, estoy buscando la dentadura postiza.
La niña bajó de la terraza.
-¿Y dónde se te ha perdido? -preguntó con mucha seriedad.
-Aquí -respondió la abuela-, estaba aquí mismo, y se me cayó entre las peonías.