«Se buscan hombres para viaje peligroso. Sueldo escaso. Frío extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. No se asegura el regreso. Honor y reconocimiento en caso de éxito».Con este seco y telegráfico anuncio, publicado en el periódico The Times en 1907, Ernest Shackleton, el intrépido marino que había regresado victorioso de una de las primeras expediciones británicas a la Antártida, invitaba a embarcarse en una epopeya incierta, la exploración del continente blanco, lo que entonces significaba algo más que una heroicidad, pues las posibilidades de salir indemne o con vida eran reducidas. La expedición resultó un fracaso, pero también un prodigio organizativo con vistas a la supervivencia del grupo: buena planificación, decisiones sensatas, espíritu de sacrificio, compañerismo y, claro está, no poca buena suerte. Shackleton consiguió algo más importante que un hito exploratorio: puso de manifiesto que el individuo, animado por una idea excelsa y sostenido por redes de apoyo, es capaz de alzarse por encima de los más desesperanzados pronósticos. Hermosa edición gráfica de una epopeya con el sabor de los grandes relatos de viaje.

«Se buscan hombres para viaje peligroso. Sueldo escaso. Frío extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. No se asegura el regreso. Honor y reconocimiento en caso de éxito».Con este seco y telegráfico anuncio, publicado en el periódico The Times en 1907, Ernest Shackleton, el intrépido marino que había regresado victorioso de una de las primeras expediciones británicas a la Antártida, invitaba a embarcarse en una epopeya incierta, la exploración del continente... Seguir leyendo