La Mujer del Bosque
Mary estaba de pie ante la silla de su tío, colocada sobre la tarima al final del gran salón. Le temblaban las manos mientras daba vueltas al pesado anillo con un granate que llevaba en el dedo índice. Había pertenecido a su madre, la desgraciada Eleanor de Holt. Era todo lo que le quedaba de ella y lo llevaba constantemente, aunque era demasiado grande para ponérselo en cualquiera de los otros dedos.