Un hombre se encuentra con un ladrón de ojos azules. El corazón de un hombre es atrapado por una ola que escapa del mar, el amor perdura hasta que llega el inevitable desamor. La vida y la muerte son las destinatarias de una carta. “Ojalá te mueras” es la frase que Don Pedro repite varias veces al día. Vivir con prisa, con prisa por acostarse y por levantarse sin nunca tener tiempo para decirse adiós… Esbozos de algunos de los diez cuentos escritos entre la frontera de la prosa y el verso en los que se explora la compleja condición humana. La lectura de esta obra, cuyas bellas y sugerentes ilustraciones armonizan a la perfección con el carácter intimista de los textos, es una puerta de entrada para sondear los recovecos más ocultos del alma.
Un hombre se encuentra con un ladrón de ojos azules. El corazón de un hombre es atrapado por una ola que escapa del mar, el amor perdura hasta que llega el inevitable desamor. La vida y la muerte son las destinatarias de una carta. “Ojalá te mueras” es la frase que Don Pedro repite varias veces al día. Vivir con prisa, con prisa por acostarse y por levantarse sin nunca tener tiempo para decirse adiós… Esbozos de algunos de los diez cuentos escritos entre la frontera de la prosa y el verso en los que se... Seguir leyendo
Arenas Movedizas
Desperté, cubierto de sudor. Del piso de ladrillos rojos, recién regado, subía un vapor caliente. Una mariposa de alas grisáceas revoloteaba encandilada alrededor del foco amarillento. Salté de la hamaca y descalzo atravesé el cuarto, cuidando no pisar algún alacrán salido de su escondrijo a tomar el fresco. Me acerqué al ventanillo y aspiré el aire del campo. Se oía la respiración de la noche, enorme, femenina. Regresé al centro de la habitación, vacié el agua en la palangana de peltre y humedecí la toalla. Me froté el torso y las piernas con el trapo empapado, me sequé un poco y tras cerciorarme que ningún bicho estaba escondido entre los pliegues de mi ropa, me vestí y calcé.