Cuando Diulia Huzarska, una viejecita amigable y bonachona, se muda al nuevo vecindario, no imagina que un niño aspirante a detective, con la ayuda de su amiga bibliotecaria joven y excéntrica serán capaces de desvelar su secreto más oscuro: ser una bruja despiadada. Libro lleno de magia, fantasía y mucha diversión, los ingredientes perfectos para una historia entretenida en donde nada es lo que aparenta, las brujas no son como siempre las hemos imaginado y, si se presta algo de atención, hasta lobos se pueden encontrar.
Cuando Diulia Huzarska, una viejecita amigable y bonachona, se muda al nuevo vecindario, no imagina que un niño aspirante a detective, con la ayuda de su amiga bibliotecaria joven y excéntrica serán capaces de desvelar su secreto más oscuro: ser una bruja despiadada. Libro lleno de magia, fantasía y mucha diversión, los ingredientes perfectos para una historia entretenida en donde nada es lo que aparenta, las brujas no son como siempre las hemos imaginado y, si se presta algo de atención, hasta lobos se pueden encontrar.
Plan para desenmascarar brujas
Cuando Diulia Huzarska se mudó al barrio, nadie sospechó nada malo de ella, Oficial.
Con su abrigo de lana gris y los zapatos de directora de escuela, parecía una abuelita amable y dulce.
Desde el balcón pude ver toda la mudanza. O casi toda, porque a ratos mi madre me llamaba:
-Entra, querido, no es bueno estar espiando a los vecinos –me decía-. Como no le hacía caso, venía a buscarme y aprovechaba para espiar un poco también.
Así pude ver que del camión de mudanzas bajaron algunos muebles, oscuros, y como dieciocho cajas que decían “Fruta” por todos lados.
¡Bah!, mi madre dice que vi mal, que no decía “Fruta” sino “Frágil”, que cómo una viejita iba a comer tanta fruta. Puede ser, vivo en el octavo piso, a lo mejor leí mal.