Aldara, con su autoparodia, ayuda a comprender los problemas psicológicos que pueden surgir en un periodo en el que se producen tantos cambios físicos como es la adolescencia, y apuesta por reivindicar el refuerzo de la autoestima frente a una sociedad cada vez más condicionada por las opiniones de los demás. La joven protagonista adopta un estilo desenfadado y casi humorístico para reflexionar sobre sus complejos e inseguridades en un contexto, el instituto, en el que interactúa con personajes y estereotipos muy reconocibles para cualquier lector que acabe de superar la pubertad. Sencilla, pero no por ello banal, Menéndez-Ponte construye un relato frugal en donde vuelve a demostrar su amplio conocimiento del universo juvenil.
Aldara, con su autoparodia, ayuda a comprender los problemas psicológicos que pueden surgir en un periodo en el que se producen tantos cambios físicos como es la adolescencia, y apuesta por reivindicar el refuerzo de la autoestima frente a una sociedad cada vez más condicionada por las opiniones de los demás. La joven protagonista adopta un estilo desenfadado y casi humorístico para reflexionar sobre sus complejos e inseguridades en un contexto, el instituto, en el que interactúa con personajes y estereotipos muy reconocibles para cualquier... Seguir leyendo
El cuerpo deshabitado
El día en que yo nací los hados se debieron de pillar una borrachera. O bien fueron mis padres cuando me engendraron. El caso es que no dieron una, y los cromosomas, que debían ir algo contentillos, se juntaron al tuntún y me llevé todos los genes de desecho. ¡Se lucieron las leyes de Mendel conmigo! ¡Menudo reparto hicieron! A mi me tocó la cara de pan y los ojos achinados, naturalmente de color castaño, igual que mi pelo, que, por cierto, es amorfo, ni liso ni rizado.