Cuando nació el bebé, Justi y Dori llenaron la habitación de su hijo con todo tipo de artilugios electrónicos. Y así creció Godofredo, rodeado de aparatos informáticos, audiovisuales, de comunicación... Cuando el niño se hizo mayor, la profesora recomendó a todos sus alumnos la lectura de... ¡un libro! Ese día Godofredo comenzó a leerlo y no pudo dejarlo hasta el final. Así descubrió el placer de la lectura. A partir de ese día, comenzó a dolerle la cabeza y sus padres, después de consultar en repetidas ocasiones al médico, prohibieron la lectura de libros a su hijo. Mas no pudieron terminar con esa gran aficción, pues Godofrefo consiguió un método para leer, sin sufrir dolores de cabeza y sin que sus padres se lo prohibieran.
Cuando nació el bebé, Justi y Dori llenaron la habitación de su hijo con todo tipo de artilugios electrónicos. Y así creció Godofredo, rodeado de aparatos informáticos, audiovisuales, de comunicación... Cuando el niño se hizo mayor, la profesora recomendó a todos sus alumnos la lectura de... ¡un libro! Ese día Godofredo comenzó a leerlo y no pudo dejarlo hasta el final. Así descubrió el placer de la lectura. A partir de ese día, comenzó a dolerle la cabeza y sus padres,... Seguir leyendo
Un esguince en el cerebro
¡Niño! -les dijo la ginecóloga tras una ecografía.
Justiniano Palanca y Teodora Picheleiro -los llamaremos Justi y Dori a partir de ahora- regresaron a casa radiantes de felicidad, no porque se tratase de un niño, sino porque aquella prueba había sido la constatación de que su hijo estaba ahí, creciendo, formándose. Iban a ser padres y estaban contentos.