La simple anécdota de soportar a un vecino gruñón, malhumorado y solitario da pie a Elia, la niña protagonista, para relatar una historia que se repite en más de una comunidad de vecinos. El problema de la niña, que vive con su padre en el piso situado justamente encima del hogar de don Facundo Iracundo, es que no puede hacer un solo movimiento que genere algo de ruido, pues inmediatamente su vecino le increpa con golpes que propina al techo con su muleta. Elia ingenia varias estrategias para solucionar esta situación, pero no será nada fácil conseguir la paz. Una historia bien contada, con una buena dosis de tensión y emoción, creíble y con un final inesperado.
La simple anécdota de soportar a un vecino gruñón, malhumorado y solitario da pie a Elia, la niña protagonista, para relatar una historia que se repite en más de una comunidad de vecinos. El problema de la niña, que vive con su padre en el piso situado justamente encima del hogar de don Facundo Iracundo, es que no puede hacer un solo movimiento que genere algo de ruido, pues inmediatamente su vecino le increpa con golpes que propina al techo con su muleta. Elia ingenia varias estrategias para solucionar esta situación, pero no será... Seguir leyendo
Don Facundo Iracundo, el vecino del segundo
Elia se colocó en posición, agarró el palo con fuerza y clavó las cuchillas sobre el hielo. En ese momento daba comienzo la prórroga. El primer equipo que consiguiera anotar ganaría la competición. Y no se trataba de un torneo de barrio, precisamente... ¡Se jugaban nada menos que el campeonato mundial de hockey sobre hielo! El árbitro bajó el brazo al mismo tiempo que el sonido de la bocina escapaba por los altavoces, inundando el estadio.