¿Quién no ha querido alguna vez tener una segunda oportunidad? ¿Alguien no deseó en algún momento regresar a la infancia y empezar de nuevo? Madame Brochet tiene 90 años y pasión por la vida. A pesar de su edad es una mujer valiente, dulce, joven de espíritu y no piensa, para nada, en morirse. En el polo opuesto encontramos a Gilbert Roux, un niñato insoportable que carece de sensibilidad y se burla de la anciana. Frente a sus casas existe un pequeño jardín con un columpio, una atracción que servirá como nexo de unión entre ambos personajes y que constituye la puerta mágica a un mundo que la mujer creía olvidado. Esa realidad alternativa constituye una simpática lección de empatía que alberga una profunda enseñanza sobre el respeto y los valores fundamentales de la convivencia. El relato está acompañado de una colección de estampas dibujadas por el mago Urberuaga, entre otras muchas cosas Premio Nacional de Ilustración y uno de los nombres fundamentales en las artes plásticas españolas.
¿Quién no ha querido alguna vez tener una segunda oportunidad? ¿Alguien no deseó en algún momento regresar a la infancia y empezar de nuevo? Madame Brochet tiene 90 años y pasión por la vida. A pesar de su edad es una mujer valiente, dulce, joven de espíritu y no piensa, para nada, en morirse. En el polo opuesto encontramos a Gilbert Roux, un niñato insoportable que carece de sensibilidad y se burla de la anciana. Frente a sus casas existe un pequeño jardín con un columpio, una atracción que... Seguir leyendo
El columpio de Madame Brochet
Madame Brochet no se quería morir.
Lo tenía claro. Tan claro como que ese jueves de noviembre le llovían noventa años.
No se quería morir a pesar de que su caja de pastillas fuera un verdadero arsenal y de que las piernas apenas soportaran su peso de cigüeña desgarbada.
No se quería morir porque, entre otras cosas, tenía que salir a comprar, como era tradición, una tarta de cumpleaños de chocolate.