Años atrás, Studio Ghibli modeló en su fábrica de fantasía una película que revolucionó el cine de animación para siempre. El relato, una lección de vida sobre la amistad, el amor y la esperanza, atesora una colección de diálogos, escenas emotivas y logros gráficos que configuran un universo mágico ahora analizado en profundidad por un especialista en la materia, miembro del colectivo Generación Ghibli. Chihiro se presenta ante las nuevas generaciones de lectores como una oportunidad para revisitar o descubrir por primera vez la dulce historia de una niña que deja atrás su vida anterior para iniciar un nuevo camino. El personaje, posiblemente inspirado en un conocido relato de la literatura infantil y juvenil japonesa, posee un magnetismo que seduce al espectador desde los primeros compases. La casa de baños de Yubaba, Kamaji, el Dios del Río, Sin Cara sentado en el vagón…La colección de espacios y seres inolvidables configuran un salvoconducto a la aventura y una poderosa invitación a mirar siempre mucho más allá de lo que ven nuestros ojos. Galardonado con los premios más prestigiosos (desde el Óscar de Hollywood hasta el Oso de Oro de Berlín), el film es un poético crisol de experiencias cuyas claves son esbozadas, de forma clara y amena, en una guía indispensable, prologada por la periodista Marta Fernández, y complementada por numerosos apéndices que harán las delicias de los amantes del universo Miyazaki
Años atrás, Studio Ghibli modeló en su fábrica de fantasía una película que revolucionó el cine de animación para siempre. El relato, una lección de vida sobre la amistad, el amor y la esperanza, atesora una colección de diálogos, escenas emotivas y logros gráficos que configuran un universo mágico ahora analizado en profundidad por un especialista en la materia, miembro del colectivo Generación Ghibli. Chihiro se presenta ante las nuevas generaciones de lectores como una... Seguir leyendo
El viaje de Chihiro
Hubo un tiempo en el que todos fuimos Chihiro: cuando movidos por el indomable espíritu aventurero de la infancia nos adentrábamos en el reino rasante y oscuro de debajo de la cama y allí, en la única madriguera de conejo que ofrecían nuestras habitaciones de niños urbanos, buscábamos entre las pelusas los dioses de nuestra imaginación, los monstruos, los dragones, seres que intuíamos más allá de lo cotidiano.