Dibbuks está realizando una admirable labor de recuperación de materiales que ayuda a redimir historietas incluso minusvaloradas por los propios autores. Es el caso de este nuevo “integral”, que recopila los primeros años de una de las grandes firmas del cómic europeo, el belga André Franquin. Planchas inéditas, páginas extraídas de revistas, algunos “pecados de juventud” -como él mismo definía algunas propuestas con el paso del tiempo-; breves pinceladas biográficas, reproducciones fac-simil de la época (años 1946-1950)… La publicación recoge todo la producción aparecida en la colección francesa Hors de Serie y en las ediciones españolas Cuatro aventuras de Spirou y Fantasio y Los sombreros negros, un completo estudio que puede ser disfrutado en dos vertientes: historietas frescas, divertidas y salpicadas de gags con gancho, ideales para preadolescentes, o apasionante análisis de la vida y obra de un dibujante que, si bien no fue el creador de estos célebres personajes, si está considerado como el verdadero impulsor de su popularidad. Los más curiosos pueden encontrar las primeras caricaturas realizadas durante su niñez y otras muchas anécdotas y apuntes que aseguran varios días de entretenimiento. Imprescindible para amantes del cómic europeo.
Dibbuks está realizando una admirable labor de recuperación de materiales que ayuda a redimir historietas incluso minusvaloradas por los propios autores. Es el caso de este nuevo “integral”, que recopila los primeros años de una de las grandes firmas del cómic europeo, el belga André Franquin. Planchas inéditas, páginas extraídas de revistas, algunos “pecados de juventud” -como él mismo definía algunas propuestas con el paso del tiempo-; breves pinceladas biográficas, reproducciones... Seguir leyendo
Spirou y Fantasio. Integral 1946-1950. Franquin
¡No iréis a publicar eso!
"Eso" eran las obras de juventud de André Franquin. Y era evidente que no quería volver a verlas. En su modestia, no creía que la lectura de los primeros pasos de un dibujante, fuera cual fuera este, pudiera tener algún interés. Menos aún los suyos.
Pero al descubrir esos "pecados de juventud" -como se los llegó a llamar en un momento dado- uno encuentra que tienen su encanto.