Es difícil crear un sello propio dentro de la literatura, y Mónica Rodríguez, gracias a su sensibilidad, delicadeza y sentido del humor, ha conseguido labrar un estilo que, una vez más, cautiva a los lectores que quieran alojarse en este particular hotel. Un microcosmos, con acento asturiano, en el que habitan los más disparatados familiares, se escuchan coplas y conversaciones de todo tipo entre sus paredes y siempre hay hueco para el amor. La gran familia que forman empleados, inquilinos e incluso ¿perros imaginarios?, convive con cierto equilibrio hasta la aparición de un nuevo huésped que trastoca la divertida y fantástica armonía. El encanto de los personajes protagonistas, retratados con simpatía en variopintas situaciones por Blumen, que presenta aquí su primer trabajo en blanco y negro, es uno de los principales atractivos de la obra, que fue finalista en la edición 2016 del prestigioso Premio Barco de Vapor.
Es difícil crear un sello propio dentro de la literatura, y Mónica Rodríguez, gracias a su sensibilidad, delicadeza y sentido del humor, ha conseguido labrar un estilo que, una vez más, cautiva a los lectores que quieran alojarse en este particular hotel. Un microcosmos, con acento asturiano, en el que habitan los más disparatados familiares, se escuchan coplas y conversaciones de todo tipo entre sus paredes y siempre hay hueco para el amor. La gran familia que forman empleados, inquilinos e incluso ¿perros imaginarios?, convive con cierto... Seguir leyendo
El hotel
De pequeña viví en un hotel.
Fue cuando murió mi padre. Mi madre hizo las maletas y nos subimos a un tren. Salimos de la ciudad que era triste y sin poetas, y el tren la envolvió en una bocanada de humo. Mis hermanos y yo jugábamos por los vagones.
Después, el tren se detuvo y vimos al abuelo Aquilino en la estación, tan alto que nos gustó.