Si tuviéramos que escoger una sola virtud –y tiene muchas– de este relato de Jean-Jacques Marimbert, nos quedaríamos con la magistral delicadeza con la que derrama sobe el tapete literario los sentimientos y emociones que se agitan convulsa y contradictoriamente en el corazón de un muchacho sordo. La precisión con la que el escritor ha sabido definir el aislamiento y la asfixia no tanto física como psicológica del protagonista, convierten esta historia en un texto conmovedor que "tocará" al joven lector por su honesta sensibilidad.Si tuviéramos que escoger una sola virtud –y tiene muchas– de este relato de Jean-Jacques Marimbert, nos quedaríamos con la magistral delicadeza con la que derrama sobe el tapete literario los sentimientos y emociones que se agitan convulsa y contradictoriamente en el corazón de un muchacho sordo. La precisión con la que el escritor ha sabido definir el aislamiento y la asfixia no tanto física como psicológica del protagonista, convierten esta historia en un texto conmovedor que "tocará" al joven lector por su honesta sensibilidad.
Las alas de Diego
En el microbús escolar hay un jaleo espantoso. En los asientos de atrás, los niños ríen con extrañas risas, guturales y ahogadas, risas de niños sordos. María, Diego y Sebastián lo están pasando en grande, pellizcándose y haciéndose cosquillas sin parar. Los demás se unen a ellos y las risas estallan por todas partes.